Mientras algunos monarcas se dedican a cazar elefantes –e incluso se rompen la cadera en estos viajes a África–, otros miembros de la realeza salen en defensa de estos animales. Es el caso del príncipe Guillermo, que salió ayer en Londres a exigir que "se detenga el comercio del marfil" porque "es un símbolo de destrucción y no de lujo".

Y es que cuando él nació, el año 1982, había aproximadamente un millón de elefantes en el África, mientras que el año pasado, cuando nació su hija, se contabilizaron unos 3.500.

El príncipe Guillermo se ha lamentado en este sentido de que cuando su hija Charlotte tenga 25 años, los elefantes podrían haberse extinguido. En la misma línea, también ha denunciado que cada día se cazan unos tres rinocerontes sólo "por utilizar su cuerno como una droga".

Contra la población

Y no sólo eso. El príncipe ha querido dejar claro que las cacerías de estos animales no sólo los perjudican a ellos, sino también en la población africana porque "sus familias son las más vulnerables" y sufren cuando ven que semana tras semana se van cargando los animales de su tierra.

Por todo ello ha hecho un llamamiento a los gobiernos para pedirles que paren estas matanzas injustificadas y ha recordado que, de momento, la iniciativa sobre la protección de los elefantes ya tiene 14 países adheridos. En este sentido ha hecho una mención especial a China y los Estados Unidos por "haber sido los primeros al anunciar la prohibición del comercio de marfil".

Marcar la diferencia

Este aviso del príncipe Guillermo llega cuatro años más tarde que el entonces rey de España Juan Carlos I fuera operado por haberse roto la cadera mientras cazaba elefantes acompañado de su amiga íntima Corinna.

A raíz de eso, Juan Carlos tuvo que pedir "perdón", primero por haberse permitido un viaje de estas características en plena crisis estatal y, segundo, por haberse ido a cazar elefantes. Ahora bien. Esta no era la primera vez que el entonces Rey había ido de caza, pero sí la primera que la ciudadanía se enteraba.