Algo raro está pasando en Zarzuela entre los tres hermanos Borbón. Ya hace muchos años que Felipe se niega a hacerse una simple fotografía con las infantas Elena y Cristina. La razón oficial es la imputación penal de Cristina y el desastre reputacional de los hijos de Elena. Felipe puso un muro de contención a sus hermanas que, recordémoslo, son mayores que él. Si la Constitución no fuera un artificio machista en la sucesión a la Corona, la reina sería Elena y, como decía Juan Carlos como no está capacitada intelectualmente, la reina sería Cristina. Felipe se sabe en falso y desde que es rey no ha aparecido nunca en público con sus hermanas. En ningún acto oficial. Pero el desastre organizado en torno a la infidelidad de Jaime del Burgo con Letizia ha hecho recapacitar a Felipe: sus hermanas lo serán para siempre y Letizia no es seguro que sea su mujer en 2025. En los últimos tiempos el rey está girando a favor de las Borbón. La sangre es más espesa que el vínculo conyugal.

Hace unos días saltó la primera sospecha: ¿qué pintaba la infanta Cristina en una escuela pública madrileña presidiendo un acto por los 40 años de su fundación? El ayuntamiento del PP invitó a las dos infantas desafiando así al rey Felipe, que había apartado públicamente a Cristina de toda representación de la Corona. En los últimos diez años desde que Cristina fue invitada a dejar a la familia desposeída del título de duquesa de Palma por la imputación del caso Noos, no había vuelto a presidir nunca ningún acto como infanta. Pero en connivencia con su hermana mayor, juntas, dijeron adelante. Todo parecía un reto a Felipe pero este viernes Zarzuela ha hecho públicos los actos oficiales de la primera semana de junio y de forma sorprendente, mientras Letizia se va toda la semana a Guatemala, aprovechando la ausencia de la reina, la persona que ha vuelto a la agenda oficial a presidir no uno sino dos actos oficiales es Elena.

Elena parece que diga adiós a Letizia. Es flagrante: le ha robado la silla. Durante años, para disimular que Cristina no tiene ningún papel oficial en la Corona a pesar de haber quedado absuelta, Elena tampoco recibía funciones de representación oficial. Pero aprovechando el mal momento de Letizia, ha pactado con Felipe representar a la Corona en dos días diferentes: jueves en un concurso de Pintura y, más grave, domingo, día de jornada electoral, presidiendo la Corrida de la Beneficencia en la Plaza de toros de Las Ventas, feudo de PP y Vox en plena jornada del 9-N. Mientras toda España estará votando, Elena a los toros con banderas españolas en un acto antianimalista y representativo de una determinada España, la antigubernamental.

Felipe es consciente que aquel domingo 9 de junio no puede hacer ningún acto que parezca partidista pero no quiere quedar mal con la España que todavía lo tolera, la taurina, monárquica y tradicional. Así que envía a la primogénita, la que Vox querría que fuera la reina, la madre de quien Vox quiere que sea el próximo rey, Froilán. El despropósito es total. Felipe ha consentido este fraude, un Borbón presidiendo un acto partidista en plena jornada electoral, gracias al pacto que ha firmado con Elena y Cristina con un solo objetivo. Felipe, cegado, quiere arrinconar a Letizia. Y todo vale.