La relación entre Carolina de Mónaco y Ernesto de Hannover, marcada por años de separación sin divorcio, ha vuelto a ser objeto de atención mediática debido a un reciente desplante que acentúa su distanciamiento. A pesar de estar legalmente casados desde 1999, la pareja lleva casi dos décadas viviendo vidas separadas, una situación que ha generado especulaciones y análisis sobre las razones detrás de su prolongada unión legal.
Recientemente, Ernesto de Hannover, de 71 años, fue hospitalizado en la Clínica Ruber Internacional de Madrid debido a complicaciones de salud. Aunque su hijo, Christian de Hannover, intentó restar importancia al asunto, la publicación de fotografías exclusivas por parte de Vanitatis evidenció la gravedad de la situación. Durante su convalecencia, Ernesto ha estado acompañado por su actual pareja, Claudia Stilianopoulos, y por su hijo Christian y su nuera, Sassa de Osma, quienes han mostrado un apoyo constante durante este difícil período.
En contraste, Carolina de Mónaco no ha realizado ninguna visita pública ni ha emitido declaraciones sobre el estado de salud de su esposo. Este silencio ha sido interpretado por algunos medios como un signo de la profunda distancia emocional que existe entre ambos. A pesar de su separación, Carolina ha mantenido una relación cercana con los hijos de Ernesto, especialmente con Christian, lo que añade complejidad a la dinámica familiar.
La decisión de Carolina de no formalizar el divorcio ha sido objeto de diversas interpretaciones. Algunas fuentes sugieren que la princesa desea conservar el título de princesa consorte de Hannover, que ostenta un rango superior al de princesa de Mónaco. Otras especulaciones apuntan a motivos religiosos, dado que la Iglesia Católica, a la que pertenece la familia Grimaldi, no reconoce el divorcio. Además, se ha mencionado la posibilidad de que Carolina busque proteger los intereses patrimoniales de su hija, Alexandra de Hannover, nacida de su unión con Ernesto.
Problemas con otros familiares
La situación se complica aún más por las tensiones entre Ernesto de Hannover y su hijo mayor, Ernesto Augusto Jr., derivadas de disputas sobre la gestión del patrimonio familiar. Carolina ha mostrado su apoyo a su hijastro en estos conflictos, reforzando su vínculo con los hijos de Ernesto y subrayando su compromiso con la estabilidad familiar.
No hay vuelta atrás con este distanciamiento
En medio de estas complejidades, la reciente ausencia de Carolina durante la hospitalización de Ernesto ha sido vista por algunos como un gesto que profundiza su distanciamiento. Mientras tanto, Ernesto continúa su recuperación en Madrid, rodeado de su pareja y su familia cercana, mientras Carolina mantiene su residencia en Mónaco, centrada en sus actividades oficiales y personales. Este episodio subraya la complejidad de las relaciones dentro de las casas reales europeas, donde las decisiones personales están entrelazadas con consideraciones institucionales, religiosas y patrimoniales. La historia de Carolina y Ernesto continúa siendo un ejemplo de cómo las apariencias pueden ocultar realidades mucho más intrincadas.