La vida de la reina Máxima de Holanda es una mezcla de cuento de hadas y tragedia. Desde su compromiso con el príncipe Guillermo de Orange en 2001, tras conocerse en la Feria de Abril y trabajar en Wall Street, su vida ha sido objeto de fascinación. Sin embargo, detrás de su imagen pública de fortaleza y gracia, se esconde una mujer que ha enfrentado duros golpes y traiciones, incluso de su propia familia.
El dolor de la traición familiar
El primer golpe significativo en la vida de Máxima ocurrió en el momento de su boda con Guillermo en 2002. Sus padres no pudieron asistir debido al pasado controvertido de su padre, Jorge Zorreguieta, quien había sido un alto cargo durante la dictadura de Jorge Videla en Argentina. A pesar de que el Parlamento holandés aprobó el matrimonio, se opuso rotundamente a la presencia de Zorreguieta en el país. Máxima tuvo que pedirle a su padre que no asistiera, y su madre, María del Carmen Cerrutti, decidió no asistir en solidaridad con él, por lo que ambos vieron la ceremonia de su hija en Londres.
Este episodio dejó una profunda huella en la joven Máxima, quien expresó públicamente su dolor por la decisión de su madre de no acompañarla en un día tan importante. A pesar de ello, también comprendió los sentimientos de los holandeses hacia la dictadura y sus crímenes. Tiempo más tarde, su madre se reivindicó y se convirtió en su apoyo constante, pasando largas temporadas en Holanda para estar cerca de su hija y sus nietas. Sin embargo, el fallecimiento de su padre en 2017 y el suicidio de su hermana menor, Inés, en 2018, fueron golpes devastadores que obligaron a Máxima a buscar ayuda profesional para sobrellevar el dolor.
Un enfoque comprometido: Máxima como líder en la concienciación sobre la salud mental
La tragedia del suicidio de su hermana Inés fue uno de los momentos más oscuros en la vida de Máxima. Inés, quien había estado luchando con depresiones frecuentes y anorexia, fue una figura clave en la vida de la reina, no solo como hermana sino también como amiga cercana. La muerte de Inés llevó a Máxima a reconocer públicamente la necesidad de apoyo psicológico, no solo para ella, sino también para sus hijas mayores, Amalia y Alexia. De hecho, la situación de Amalia, heredera al trono neerlandés, se vio agravada por las amenazas de muerte de la mafia de la droga en su país, lo que incrementó la necesidad de un apoyo psicológico constante.
Así, Máxima se convirtió en presidenta de honor de la Fundación Mind Us, revelando con valentía y humanidad sus propios problemas de salud mental. En sus declaraciones, expresó que su motivación era profundamente personal, relacionada con la búsqueda de comprensión tras la muerte de su hermana. “Pronto me di cuenta de que no estaba sola. Escuché a muchas personas que habían pasado por lo mismo con un familiar o un amigo".
"¿Cómo puedes realmente ayudar a alguien con problemas mentales? Muchas personas luchan con eso cada día”, indicó la reina, asegurando que su objetivo es ofrecer un apoyo tangible a quien lo necesita. Máxima de Holanda ha demostrado ser una figura empática y resiliente, siempre dispuesta a enfrentar los problemas con una sonrisa. Su compromiso con la salud mental y su disposición a compartir su propia experiencia han proporcionado un ejemplo valioso de cómo enfrentar la adversidad con fortaleza y compasión.