En España hay un grupo de personas que, o bien bajan del huerto, o bien tienen una jeta y una poca vergüenza que se la pisan, o bien están muy mal acostumbrados a que una legión de palmeros les rían las gracias, vayan haciendo genuflexiones a su paso o vayan satisfaciendo todos sus deseos a la mínima que hacen sonar la campanilla. O todo a la vez. Hablamos, evidentemente, de los Borbones. La palma se la lleva, evidentemente, Juancar, un personaje esperpéntico, que no sólo ha hecho lo que le ha salido del moño con mujeres, jeques árabes y elefantes, sino que además, después se presenta ante la opinión pública como si no hubiera roto un plato y no se mereciera que lo hayan repudiado a Abu Dhabi. Pero no es el único que tiene un comportamiento medieval.

Juan Carlos y su hija, la infanta Elena GTRES

Su hija preferida, la infanta Elena, no le va a la zaga. La hija mayor del emérito ha protagonizado, recientemente, una situación lamentable. Un incidente de alguien sin oficio ni beneficio que gasta su tiempo yendo a los toros con banderitas rojigualdas o visitando a papi. Elena, altiva y soberbia, regañando a una periodista en un concurso hípico en Sevilla, a quien exigió el tratamiento de "Doña Elena". Jorge Javier ya la peinó a base de bien en las páginas de Lecturas: "Cuando Elena tenía algo de curro paseaba su semblante bobalicón por esas fiestas rancias en las que disfrutaba porque había mucho cortesano que la saludaba con reverencias y tonterías por estilo. La prensa destacaba siempre que era la más borbona de los hijos del emérito, es decir, que era campechana y divertida. Pero no. Lo era cuando había un flash delante. Cuando las luces se apagaban, la infanta se convertía en un ser maleducado, respondón, antipático y profundamente clasista. Una joya. Sus cabreos son antológicos. Se le dio mal una competición equina, entró en brote contra la prensa, algún compañero la llamó infanta y ella, con todo su papo real, pronunció con desprecio: “Doña Elena”. Cuenta la leyenda que la reportera, tras escuchar el consejo, no pudo evitar pronunciar una frase: “Mi coño con melena”... Demoledor. A Doña Elena le deben estar temblando las orejas.

Infanta Elena GTRES

Ahora, otra estrella catalana televisiva ha hablado de ella. Y le ha dedicado a ella y a su familia un rapapolvo de traca. Hablamos de Marc Giró, en el Està passant de Toni Soler, de TV3. Después de oír la exigencia de la infanta, casi mirando con menosprecio a la periodista, Giró la hunde: "Aquí hay una cosa fundamental: lo han entendido. La primera cosa que ella le dice a la reportera es 'Estoy acabada'... Efectivamente, les ha costado, desde finales del siglo XVIII, desde la guillotina hasta ahora, les ha costado entender que están acabados. Pero ya lo están interiorizando. Ellos ya notan que están acabados, estamos llegando al final, estamos a tocar la República"!. Sin embargo... "eso es como el dedo pequeño del pie, como si tú le cortas la cola a una lagartija, que se sigue moviendo... ella saca la rabia esta monárquica y aristocrática y le dice a la reportera que ella es 'Doña Elena'. Por eso nos tenemos que independizar". La guinda la pone Toni Soler, extrañado de que en lugar del tratamiento de su alteza o majestad, prefiera Doña... "es como decir Doña Urraca o Doña Francisquita".

Como que además de ser un genio del sarcasmo, Marc es muy listo, acaba la exposición 'aprobándola', porque "¿nosotros qué queremos? ¿Que nos lleven a todas presas por 'injurias a la corona'? ¡Nada, nada! Aprobada, aprobada y aprobada, tú!". Maravilloso. Menos borbones y más Marc Giró. Él sí que es el rey llamando a las cosas por su nombre, con su estilo irónico y alocado, único. Él sí que tendría que ser Don Marc.