La formación militar de la princesa Leonor ha atravesado una de sus fases más exigentes a bordo de la fragata Blas de Lezo. Es uno de los buques más avanzados de la Armada Española. Esta etapa, de 19 días, ha supuesto un reto mayor incluso que su experiencia previa en el buque escuela Juan Sebastián Elcano. No solo por la carga operativa, sino también por los desafíos físicos y de salud a los que se ha enfrentado.
La rutina a bordo ha sido estricta. Inicio a las 6:30 de la mañana con ejercicios físicos, formación táctica, mantenimiento técnico y maniobras en condiciones reales. Durante el ejercicio Sinkex-25, se llevaron a cabo simulacros de combate con munición real, torpedos y sistemas de vigilancia marítima a más de 2.500 kilómetros de la Península. Este entrenamiento, diseñado para poner a prueba a futuros oficiales, ha resultado especialmente duro para la heredera.

La princesa Leonor, sin adaptarse del todo a un día de finalizar su paso por el Blas de Lezo
A pesar de su compromiso, Leonor ha experimentado serios episodios de cinetosis, mareos intensos provocados por el movimiento del mar, que han afectado su rendimiento físico y resistencia emocional. Los síntomas, que ya se habían manifestado durante su estancia en el Juan Sebastián Elcano, se repitieron con mayor intensidad en el Blas de Lezo, obligándola a permanecer en su camarote en varias ocasiones críticas.
Antes del embarque, los servicios médicos militares realizaron una evaluación. Y entonces ya advirtieron que Leonor no se encontraba en condiciones óptimas para afrontar esta etapa. Aunque el informe no impedía su participación, sí recomendaba precauciones especiales y un refuerzo físico que no se habría seguido al pie de la letra. En este sentido, ya se le recomendó ponerse en forma el pasado verano, pero Leonor no siguió las instrucciones.

Plan específico para la princesa Leonor
Ante el agravamiento de su situación, el mando de oficiales del buque decidió intervenir, siguiendo una orden directa del rey Felipe VI, quien fue informado personalmente del diagnóstico. El monarca, preocupado por la salud y la pobre imagen del rendimiento de su hija, propuso un plan de acción inmediato: la asignación de un entrenador físico personal a bordo, un plan nutricional específico y una pauta de seguimiento diario.
El objetivo fue intentar mejorar su condición física general. La heredera no alcanzaba los estándares básicos exigidos en estas maniobras. Esta intervención, aunque excepcional, fue aceptada por la cadena de mando, teniendo en cuenta la singularidad del caso.
Con todo, es cierto que Leonor ha hecho esfuerzos por adaptarse. Pero no ha llegado a los mínimos que exige la Armada. Por suerte para Leonor, podrá abandonar el Blas de Lezo este jueves 3 de julio. Volverá a embarcar en el Elcano, donde en condiciones más laxas, estará hasta el próximo 19 de julio, día en el que pondrá punto y final a esta etapa tan dura.