Los incendios siguen arrasando miles de hectáreas en España. El fuego avanza, las emergencias se multiplican y la preocupación crece. En este contexto, la actitud de la reina Letizia está generando polémica.
El rey Felipe VI quería regresar. Adelantar el final de sus vacaciones. Dar la cara en las zonas más golpeadas por las llamas. Mostrar solidaridad. Y después, ir a Madrid para acompañar a su madre, la reina Sofía. Ese era el plan. Pero Letizia dijo no. No está dispuesta a interrumpir su descanso.
Felipe VI quería dar la cara en los incendios que asolan España
Mientras tanto, Felipe ha intentado mantener una imagen de implicación. Ha llamado uno por uno a los presidentes autonómicos de las regiones más afectadas. Ha preguntado por el alcance de los daños, por el trabajo de los bomberos y por las necesidades urgentes. Un gesto que recuerda a lo que hizo durante la DANA que golpeó la Comunidad Valenciana.

Los presidentes han respondido agradecidos. Alfonso Fernández Mañueco, en Castilla y León, habló de su solidaridad y del pésame por un voluntario fallecido. Alfonso Rueda, desde Galicia, subrayó el apoyo y el interés del monarca mientras Ourense ardía. Juanma Moreno, en Andalucía, destacó su preocupación por los equipos de extinción. Incluso Emiliano García-Page, en Castilla-La Mancha, quiso reconocer que Felipe está “pendiente en todo momento de la situación”.
Para la reina Letizia, las vacaciones son intocables
Sin embargo, todo esto es una cortina de humo. Felipe quería algo más que llamadas. Quería aparecer en persona. Caminar entre los vecinos evacuados. Visitar a los efectivos que luchan contra el fuego. Y luego, regresar a Zarzuela para estar junto a su madre.

El problema es que no podía hacerlo solo. Una visita oficial sin Letizia habría sido leída como un mensaje peligroso. Además de que habría dejado muy mal a la reina, habría confirmado lo que es un secreto a voces desde hace años: que cada uno va por su lado, que ya no son un matrimonio unido. Y en un momento así, la imagen cuenta tanto como la gestión.
En privado, en Zarzuela, saben que la negativa de la reina ha frenado un movimiento importante de la agenda real. Letizia no cede. Ni por protocolo, ni por simbolismo, ni siquiera por la gravedad de la situación. El argumento es claro: sus vacaciones son intocables.