Letizia no quería regresar todavía. Su plan era volver el día 1 de septiembre, coincidiendo con el ingreso de su hija Leonor en la Escuela Aérea de San Javier, en Murcia. Pero en Zarzuela no hubo opción: la Casa Real la obligó a subir al avión y visitar cuanto antes las zonas arrasadas por el fuego. Felipe VI ya visitó en Torrejón de Ardoz a la Unidad Militar de Emergencias para conocer de primera mano la situación, y avanzó que estaría presente cuando la situación remitiese en la zona afecta para conocer el alcance de las pérdidas. Quería ver las zonas dañadas y hablar con los afectados para conocer de primera mano la magnitud de la tragedia, como ya hizo con la DANA, y una vez más quiere hacerlo con Letizia para demostrar la unidad de la monarquía.

La presión era inmensa, Letizia siempre ha dado sus órdenes pero en esta ocasión no le han salido como le gustaría, hace tiempo que ha tenido que aceptar su papel de reina consorte. El país entero habla de los incendios más devastadores de los últimos años. Centenares de familias lamentablemente lo han perdido todo. Y la imagen de la reina ausente, disfrutando sus últimos días de vacaciones, era insostenible, demasiado insolente. No quedaba otra: tenía que aparecer.
Por una vez Felipe VI necesitaba a Letizia a su lado, hay momentos en que es sentido común más que una orden. Era la única forma de mostrar unidad y compromiso con las víctimas. Así que, pese a su resistencia inicial, la reina canceló el final de sus vacaciones, se despidió de su hija y se subió al avión rumbo a las provincias más castigadas. Esta semana será cuando Felipe VI y Letizia hagan su reaparición tras el mes de vacaciones.
El itinerario está marcado al detalle. Visitas rápidas, discursos breves y muchas fotos para limpiar la imagen de la corona y que vuelvan a recibir una ovación, algo que no gusta nada a Pedro Sánchez. Letizia recorrerá pueblos destruidos, hablará con afectados y se dejará ver entre cenizas. Un gesto simbólico, pero necesario para la imagen de Zarzuela. Porque en estos momentos la Casa Real no puede permitirse la menor fisura.
Letizia no estaba dispuesta a cancelar sus vacaciones
Fuentes cercanas confirman que la reina estaba molesta. “No quería adelantar su regreso, pero no tuvo alternativa”, aseguran desde su entorno. Los reyes no quieren perjudicar al reinado de su hija en el futuro y tienen que ganarse a la ciudadanía, por eso cuando el país sufre, la monarquía debe estar presente. Y más en este momento, cuando la institución arrastra desgaste y críticas constantes.
La reina, impecable en cada aparición, tendrá que disimular su enfado. Mostrará empatía, repartirá abrazos y palabras de ánimo. Pero detrás de las cámaras, su carácter se endurece. No soporta que le impongan decisiones. Mucho menos, cuando afectan a su intimidad familiar.
Pero Letizia es una mujer muy controladora y calculadora. Ella toma sus propias decisiones y son los demás los que deben acatarlas. Y en esta ocasión, Casa Real se impuso. Letizia vuelve antes de lo previsto, sin margen de maniobra, para recorrer un país en llamas y dejar claro que, le guste o no, es reina hasta el último rincón.
