La vida dentro del palacio de Zarzuela no tiene nada que ver con lo que fue antaño. Las fiestas multitudinarias, visitas de las altas esferas, derroches de dinero en convites y pantomimas han dado lugar a un ambiente silencioso y sombrío, en el que la convivencia familiar apenas existe. Lo que no han desaparecido son las apariencias. Según crónicas de voces expertas en la Casa Real, el matrimonio entre Felipe VI y Letizia Ortiz no es más que un paripé acordado hace años por conveniencia mutua.
Los rumores sobre la verdadera naturaleza de su relación llevan tiempo circulando. Jaime Peñafiel, Pilar Eyre, Maica Vasco, Laura Rodríguez… todos estos testimonios sostienen que lo que une a los actuales reyes de España no es el amor, sino un acuerdo de intereses. Ella, una mujer ambiciosa, sabía lo que quería desde antes de conocer al entonces príncipe. El famoso encuentro en la casa de Pedro Erquicia no habría sido casual: estaba calculado. Él buscaba una esposa para cumplir con su deber de garantizar la continuidad dinástica, y ella vio en esa oportunidad su acceso a la corona.
Letizia y Felipe, vidas por separado fuera del foco público
Con el tiempo, el distanciamiento entre ambos se hizo evidente. Hoy en día, llevan vidas completamente separadas. Incluso habrían rehecho sus vidas sentimentales. Mientras al rey lo vinculan con una rica heredera de Madrid con raíces franquistas, la reina ha sido relacionada con diversos hombres, incluyendo un director de cine, un médico o un empresario catalán.

Uno de los nombres que más ha resonado en este escándalo es el de Jaime del Burgo, quien afirmó haber mantenido una relación sentimental prolongada con Letizia, incluso durante su matrimonio. Él mismo aseguró haber pasado fines de semana enteros en el Pabellón del Príncipe, alojado en una habitación para invitados, como si fuese un invitado habitual.
Letizia se lleva a sus amantes a Zarzuela
De acuerdo con testimonios recogidos por periodistas y fuentes cercanas, Letizia y Del burgo han llegado a convivir con absoluta normalidad dentro del palacio. Cuando no podían escaparse al extranjero era él quien acudía a la residencia oficial. Allí han compartían barbacoas, tardes en la piscina y reuniones con amigos. Y el mismo modus operandi estaría llevando con sus siguientes amantes.

Incluso los escoltas y personal de confianza se ven obligados a participar en esta dinámica, manteniendo dobles agendas y encubriendo cada movimiento. María Dolores Ocaña, excolaboradora directa de la reina, dimitió según algunos medios por el estrés y la presión de tener que encubrir una vida paralela que ya no se podía disimular.
Felipe VI, por su parte, ha optado por tolerar esta situación. No quiere escándalos. Y está dispuesto a sacrificar su dignidad por mantener la imagen de estabilidad de la Corona. Sin embargo, muchos lo ven como un rey humillado, un “calzonazos” que prefiere callar antes que hacer estallar una crisis institucional.