Esta semana ha empezado con la visita de Estado del presidente de Israel y su mujer, con los Reyes ofreciéndoles una cena de gala en su honor. El comedor galoneado, música de ambos países alternándose y un chef especial con certificado kosher para garantizar que se cumplieran los requisitos de la Torá. Todo, con los monarcas arreglados por la ocasión.

La reina Letizia ha vuelto a destacar, acaparando todos los flashes con una elección de vestuario con mucha historia. Su relación con Lorenzo Caprile no ha sido demasiado idílica, pero después de unos cuantos años ha vuelto a apostar por él. El diseñador de cabecera de las Infantas se vio desbancado por Felipe Varela, pero este lunes ha sido el protagonista de su look.

Esta es la quinta vez que Letizia aparece con esta falda de Caprile, una pieza negra en corte sirena y bordados florales en blanco. El top con el que la ha combinado es del mismo tono, con detalles en cristales. Pero un outfit tiene que tener todos los detalles conjuntados, incluidas las joyas. Y la Reina es bien consciente. Por eso ha vuelto a lucir su tiara preferida, la de la Flor de Lis. Y los largos pendientes, de diamantes, oro blanco y perlas. Acompañado, por descontado, de las pulseras gemelas de Cartier.

Pero ¿por qué destacan especialmente estas elecciones? Esta diadema fue la que llevó la infanta Cristina en su boda con Urdangarin, de la misma manera que los pendientes fueron elegidos por la infanta Elena en sus nupcias. ¿Optar por su diseñador de cabecera y unas joyas muy especiales para ellas? ¿Ha guiñado el ojo la Reina Letizia a sus cuñadas?