El verano 2025 ha llegado con una ola de calor y otra de rumores que incendian Zarzuela. Mientras en el exterior todo aparenta serenidad y protocolo, la Familia Real española se encuentra más fragmentada que nunca. Lo que solía ser un ritual estival con posados familiares en los jardines de Marivent, este año ha sido reducido a un simple acto institucional, seguido de una fuga estratégica. Cada miembro por su lado, sin planes comunes y sin vacaciones compartidas.
La princesa Leonor y la infanta Sofía, dos jóvenes ya en plena transición a la vida adulta, están siendo arrastradas por la tormenta silenciosa que azota el palacio. Sus vacaciones y encuentros se organizan en una rotación constante: diez días con su madre, otros diez con su padre, y en muchas otras ocasiones, períodos aislados con amigos en destinos todavía desconocidos. La estructura familiar tradicional parece haberse diluido en un sistema de cambios y desplazamientos, casi como si se tratara de hijos de padres divorciados… aunque oficialmente, el divorcio no exista.

Felipe VI desaparece con su amiga especial, mientras Letizia huye con "alguien" a Europa
Tras la tradicional recepción en Marivent, el rey Felipe VI hizo mutis por el foro. Lo que debía haber sido el inicio de unas vacaciones familiares relajadas se convirtió en un misterio palpable: ¿Dónde está realmente el rey Felipe VI? Según fuentes no confirmadas, habría abandonado Mallorca con destino aún desconocido, acompañado de su ya célebre "amiga especial", una mujer de influyente posición social que ha estado presente en los recovecos de su vida privada durante años.
Por otro lado, la reina Letizia ha optado por la evasión total. A pesar de haber acudido en solitario al Atlàntida Film Fest, no ha vuelto a ser vista en público tras la recepción en Marivent. Algunos medios apuntan a que podría estar refugiada en algún rincón exclusivo de Europa, quizás en compañía de un círculo íntimo de amistades… y de un hombre cuya identidad se guarda bajo siete llaves. Así, ambos monarcas evitan coincidir en actos más allá de los estrictamente necesarios. Y cuando lo hacen, sus gestos fríos y sus miradas sin complicidad no hacen más que alimentar las versiones más pesimistas sobre su vínculo personal.

¿Matrimonio real o ruptura encubierta? La versión oficial pierde credibilidad
No hay posados familiares. No hay vacaciones compartidas. No hay unión visible. Y lo que sí hay es una realidad que la propia Pilar Eyre definió sin rodeos: “Felipe y Letizia no son un matrimonio, son un equipo de trabajo”. En ese sentido, lo que ocurre cada verano no es más que el cumplimiento de una cláusula laboral, un teatro institucional cuidadosamente montado para la galería.
Sin embargo, el mensaje desde Zarzuela sigue siendo el de siempre: todo está bien, no hay crisis, la estabilidad reina. Pero fuera de palacio, las versiones se multiplican y los hechos hablan más fuerte que cualquier comunicado institucional. Los reyes no conviven durante el verano, no comparten viajes, y sus hijas se reparten como si fueran parte de una custodia alterna no declarada.
En un momento en el que la monarquía española lucha por renovar su imagen y reconectar con una ciudadanía cada vez más crítica, el modelo familiar que presenta Felipe VI y Letizia parece derrumbarse entre susurros, amantes y agendas incompatibles.