Han pasado 25 años desde que Diana de Gales perdió la vida en un accidente de tránsito, pero ni siquiera el paso del tiempo la ha llevado al olvido, todo lo contrario. Primero, porque un personaje como el suyo, tan expuesto, tan diferente, tan cautivador y tan querido por el público, siempre acaba convirtiéndose en mito. Segundo, porque son demasiadas las incógnitas que rodean su muerte, a pesar de la versión oficial. Y desde ese entonces han salido millones de teorías a la luz sobre su deceso y también intimidades de la princesa, entre ellas, la relación de amistad que sostenía con Felipe de Edimburgo.

Durante muchos años se ha escrito sobre cómo era la relación entre Diana de Gales y su suegro, Felipe de Edimburgo. Ambos eran los 'extraños' en la familia real más famosa del mundo, y eso hizo que el marido de Isabel II se convirtiera muchas veces en el apoyo más firme de la esposa de su hijo Carlos III, actual monarca. Ahora, ha sido el príncipe Harry quien deja claro en sus memorias que eran muchas las cosas que unían a Felipe de Edimburgo y Lady Di.

Mucho antes de que se convirtiera en la princesa, cuando era sencillamente Diana Spencer, maestra de guardería y novia en secreto del príncipe Carlos, Felipe era su máximo defensor. Hubo quien dijo que fue él quien actuó́ de mediador para que hubiese matrimonio. Y es que sus muchas pasiones del duque como las barbacoas, la caza, la comida, la cerveza. Su amor por la vida, en una palabra. También lo tenía Diana y por eso se llevaban tan bien. De hecho, Lady Di prefería sentarse al lado de su suegro en lugar de al lado de su marido en las cenas de gala, porque sabía que Felipe de Edimburgo se encargaba de cuidarla. De hecho, hasta donde se sabe su suegro nunca quiso abandonar a Diana a su suerte cuando su matrimonio con el príncipe Carlos se empezó a tambalear, fue él quien comenzó a enviarle largas cartas en las que, de manera amable y con cariño, le daba consejos para afrontar su difícil situación personal y pública.

Aunque la imagen que se tenía de Felipe de Edimburgo es la de un hombre frío y no particularmente cariñoso con sus hijos o sus nietos, era en realidad una persona muy atenta. O al menos lo fue con la princesa Diana, que se casó con el heredero del trono británico cuando tenía apenas 20 años. Una relación que estaba marcada por la presencia real o simbólica de Camilla Parker Bowles, el verdadero amor del príncipe, y que acabaría convirtiéndose en su segunda mujer.

Los mejores aliados en familia real británica

Durante años se sintió como un 'intruso' en la familia real, obligado a cumplir con las imposiciones de la corona británica. Sin embargo, la llegada de Diana Spencer a Buckingham Palace en 1981 supuso un soplo de aire fresco para la monarquía, y el duque de Edimburgo encontró en ella la mejor aliada dentro de las puertas de palacio.