El reinado de Juan Carlos I ha quedado deslucido por sus fechorías. El Borbón es un amante del dinero y de las mujeres. Si por algo es conocido es por su fama de mujeriego. Se casó con la reina Sofía por obligación, nunca estuvo enamorado de ella ni tuvo interés, esa relación estaba condenada al fracaso desde su inicio. Pero no es este el motivo por el que empezó a verse con otras mujeres, ya lo hacía cuando era un adolescente e ingresó en la Academia General Militar de Zaragoza. Con otra mujer a la que amase, como Olghina de Robilant, también hubiese sido infiel.

Según algunos de sus amigos, como Amadeo Martínez Inglés, coronel retirado del Ejército, asegura que el exmonarca ha estado con casi 5.000 mujeres, igual a estas alturas ya supera esa cifra, porque el marido de la reina Sofía continúa manteniendo relaciones íntimas a sus 86 años de edad y sus problemas de movilidad, pero con ayuda. Juan Carlos tomaría viagra antes de sus encuentros íntimos. Le llaman “el depredador Juanito”.

Juan Carlos Miguel Urdangarin GTRES
Juan Carlos Miguel Urdangarin GTRES

Juan Carlos I mantuvo relaciones íntimas con más de 5.000 mujeres, la mayoría de ellas prostitutas de lujo 

Describe aquellas escena íntimas de “Juanito” como “sexo duro, extravagante, indecoroso, para nada homologable con el que realizan a diario los millones de juiciosos matrimonios españoles (y no solo de derechas) servían, en primer lugar, de motivo de comentarios nada favorables para la familia real entre los altos, altísimos mandos, de la cúpula militar y, claro está también, de los que no tan altos trabajábamos junto a ellos en ese estatus especial militar de los altos secretos, la máxima confidencialidad y la seguridad del Estado”.

Juan Carlos I
Juan Carlos I

A día de hoy continúa acostándose con mujeres. Una adicción que no ha abandonado ni con su avanzada edad. El excoronel le describe como “un auténtico depredador sexual, un adicto al sexo, un “tombeur de femmes", como dicen los franceses. Además de ser autoritario, acosador y hasta torturador”. “Necesita patológicamente a las mujeres no solo para que ejerzan exclusivamente la función de partenaire en una unión de pareja según los cánones aceptables propalados por la iglesia católica y generalmente admitidos en una sociedad medianamente permisiva y libre como la occidental, esto se queda corto para su ego viperino; este obseso patológico las quiere y necesita como meros juguetes para su fantasía degenerada y sus necesidades o vicios inconfesables”.

Muchas de esas mujeres eran prostitutas de lujo, se gastaba miles de euros diarios. “Lo normal era contratar mujeres muy especiales de fuera de España. Tanto la nacionalidad, como la altura física, como el color del pelo, como el tamaño de los pechos, como su altura social eran fijadas escrupulosamente por Juanito. Eran traídas al lugar elegido en este país para recibir en olor de “amor puro y desinteresado” al impúdico Borbón”, detalla.