La salud de Juan Carlos I se encuentra en un punto de no retorno. A sus 87 años, el que fuera durante décadas el símbolo de la monarquía parlamentaria española enfrenta su etapa más oscura. Aunque sus apariciones públicas son cada vez más escasas y controladas, tras las cámaras la realidad es mucho más cruda: el rey emérito ya no camina por sí solo y depende completamente de una silla de ruedas.

Los últimos informes médicos han sido contundentes. El emérito acudió a una revisión en Ginebra hace unas semanas para, entre otras cosas, cambiar las pilas del marcapasos. Y las noticias no fueron buenas. Su movilidad es irreversible y no existe posibilidad de mejora. Años de operaciones en las caderas, rodillas y columna han terminado por pasarle factura. Los especialistas han sido claros: solo queda estabilizar los síntomas y adaptar su vida a una dependencia total.

Joan Carles amb bastó / EP
Juan Carlos / EP

El declive de juan Carlos I es imparable

Pero lo más alarmante no es solo lo físico. Según fuentes cercanas, el monarca emérito también sufre un grave deterioro cognitivo. Episodios de desorientación, olvidos frecuentes, y conversaciones repetitivas son cada vez más comunes. Ha llegado a no reconocer rostros cercanos o a confundir a personas de su entorno inmediato. Este declive mental, según los expertos, es progresivo y difícilmente reversible.

Precisamente este deterioro cognitivo es lo que le hace pensar que sus hijos, el rey Felipe VI y las infantas Elena y Cristina, no se enteran de nada. Juan Carlos I oculta los informes médicos y se cree que nadie sabe nada. Pero lo cierto es que los tres están muy bien informados de la situación. No hace falta que se lo digan los médicos ni el propio Juan Carlos.

Infanta Cristina i Felip VI / Gtres
Infanta Cristina y Felipe VI / Gtres

Sus hijos, Felipe, Elena y Cristina, lo saben todo

Sus allegados, el cabo Cabello y el teniente coronel Mochi que siempre lo acompañan, Froilán que ha compartido mucho tiempo con él o quienes comparten tiempo con él en Sanxenxo han comprobado de primera mano su estado. Y no lo ocultan cuando hablan con los hijos del emérito. La preocupación en su entorno es extrema.

De hecho, es por la gravedad de la situación por lo que se está organizando un traslado a Cascais, en Portugal, para que pueda viajar a España de inmediato si requiere atención médica urgente u ocurre algo peor. Además, también se han intervenido sus llamadas telefónicas por miedo a que pueda decir algo comprometedor sobre la familia real o sus corruptelas.