La tensión entre el rey emérito Juan Carlos I y el expresidente cántabro Miguel Ángel Revilla ha alcanzado un punto crítico, aunque en los últimos días ha comenzado a gestarse una posible salida pactada. La demanda que el exmonarca interpuso por una supuesta vulneración de su honor fue vista por muchos como un gesto imprudente, incluso históricamente polémico, por tratarse de la primera vez que un miembro de la realeza española actuaba judicialmente contra un ciudadano.

Revilla, fiel a su estilo directo, declaró en la Feria del Libro de Madrid sentirse “tranquilo y respaldado” por la ciudadanía. Aseguró que, más allá del resultado judicial, ya había ganado “donde más le importa”: en el corazón del pueblo. Sus palabras se han interpretado como una reafirmación de su postura crítica, pero sincera, defendiendo que lo que dijo es “su verdad” y que jamás hablaría con mala intención.

Miguel Ángel Revilla a la seu del PRC / Foto: Europa Press
Miguel Ángel Revilla / Foto: Europa Press

Felipe VI y Casa Real presionan a Juan Carlos I para que dé un paso atrás

Quien también ha hablado ha sido el rey Felipe VI. En privado, le ha pedido a su padre que retire la demanda. Es la primera vez que un monarca se querella contra un ciudadano y lo considera una vergüenza histórica. Y lleva semanas ejerciendo presión sobre el emérito para que dé un paso atrás. Una presión que también ha llegado desde los altos cargos de la casa real, así como de la infanta Cristina o incluso la reina Sofía.

Durante semanas, Juan Carlos se ha mantenido firme, aunque cada vez era más evidente que su acción respondía más a una necesidad de visibilidad y relevancia que a un auténtico deseo de perjudicar a Revilla. Su entorno reconoce que el juicio era también una forma de provocar la atención de su hijo y reclamar un espacio perdido en la vida institucional.

Joan Carles i Felip
Juan Carlos y Felipe

Juan Carlos I dispuesto a ceder, pero con condiciones

Pero algo ha cambiado. El emérito, según fuentes cercanas, ha empezado a contemplar la retirada de la denuncia. Eso sí, impone una condición muy clara: no quiere quedar como el perdedor. Por ello, exige que Revilla no utilice la retirada como un acto de triunfalismo, ni haga declaraciones en tono de victoria pública.

Queda por ver si el pacto se formaliza o si alguno de los dos decide romper la baraja. Por ahora, lo que era un litigio sin precedentes podría convertirse en un capítulo más de las tensiones silenciosas que siguen marcando la vida del rey emérito.