La vida amorosa de Juan Carlos I ha sido un tema recurrente en los círculos monárquicos y la sociedad en general. Conocido por su extensa lista de amantes, el rey emérito no se limitaba a relaciones esporádicas, sino que buscaba conquistas más serias, algunas de las cuales casi ponen fin a su matrimonio con la reina Sofía. Sin embargo, su reputación de mujeriego se remonta a sus días de juventud, cuando ya demostraba ser un seductor nato, heredero de la pasión de los Borbones por las mujeres.

Durante su formación militar en la Academia General Militar de Zaragoza, Juan Carlos I encontró oportunidades para escapar del escrutinio público y los ojos de sus padres, aprovechando para relacionarse con las mujeres más atractivas. Los testimonios de quienes compartieron clases con él revelan que solía pernoctar fuera de la Academia los fines de semana, participando en fiestas privadas donde disfrutaba de encuentros íntimos con jovencitas de la sociedad zaragozana.

Felipe y Juan Carlos formacion militar RTVE.es
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Juan Carlos I pernoctaba con mujeres fuera de la Academia Militar

Según relata el ex coronel Martínez Inglés en su libro, ‘Juan Carlos I, el rey de las cinco mil amantes’ no se limitaba a las fiestas en Zaragoza, sino que también frecuentaba hoteles de lujo en ciudades cercanas. En particular, disponía de una suite en el Gran Hotel de la capital aragonesa, costeada generosamente por su entorno protector militar, donde se relacionaba íntimamente con mujeres maduras.

“El cadete Juan Carlos aprovecha los fines de semana (los viernes y sábados pernocta fuera de la Academia) para acudir, con el pequeño grupo de cadetes vips que le acompañarán en casi todas sus salidas, a fiestas privadas donde practica sexo con amiguitas circunstanciales, preferentemente del amplio colectivo de jovencitas de la clase media alta de la sociedad zaragozana”, reveló el autor. “También acude periódicamente el joven Borbón a hoteles de lujo de ciudades más o menos cercanas y, por supuesto, a establecimientos seleccionados de Zaragoza como el Gran Hotel de la capital maña (donde dispone de una suite de lujo pagada generosamente por su entorno protector militar) para relacionarse íntimamente, y a pesar de su edad, con mujeres hechas y derechas”, añadía.

Los altos cargos estaban al corriente de todo

Estos episodios, descritos como escenas de sexo a menudo extravagantes, eran motivo de comentarios desfavorables entre los altos mandos militares y contribuían a la percepción negativa de la familia real. “Las escenas de sexo del Borbón Juanito, en ocasiones de sexo duro, extravagante, indecoroso, para nada homologable con el que realizan a diario los millones de juiciosos matrimonios españoles (y no solo de derechas) servían, en primer lugar, de motivo de comentarios nada favorables para la familia real entre los altos, altísimos mandos, de la cúpula militar y, claro está también, de los que no tan altos trabajábamos junto a ellos en ese estatus especial militar de los altos secretos, la máxima confidencialidad y la seguridad del Estado”, se puede leer en el libro.