Felipe VI es el rey y jefe del Estado y como única función tiene la de "representar a España". Como la bandera o el himno. Pero a diferencia del trapo de tela o la música, Felipe es humano, va cambiando. Y muy a menudo la pifia. Como rey tiene tres tipos de actos: los oficiales, los actos públicos y los actos privados. Oficiales son los que aparecen aenla agenda oficial de la Corona, como ir a la toma de posesión del presidente colombiano. Actos públicos son el resto donde lo retratan, como los paseos informales por Palma. Y privados son las vacaciones que está haciendo ahora mismo en un destino secreto, pagando los contribuyentes. Su último acto antes de volar a un paraíso de ricos fue ir de tiendas a Palma.
Cada vez que se critica cuan corta va Letizia los monárquicos acusan a los críticos de "machismo". Es simplemente republicanismo o buenas maneras. Cuando se critica al rey Felipe por exactamente la misma razón, ir demasiado corto, no es sexismo, es que Felipe no sabe vestir. Como jefe del Estado tiene que mirarse más. Su paseo por el centro de Palma era un acto público, se convocó a la prensa y los estilistas de Letizia le hicieron disfrazarse de guiri, de turista o de señor de 50 años informal. A juego con la familia, iba con un polo y, lo peor, unas bermudas muy inapropiadas para pasear por la calle:
Los cuatro con alpargatas, enseñando pierna más arriba de la rodilla, con manga corta o arremangados y Felipe con unas gafas de sol colgando del cuello del polo, para hacerse más el informal. Un cuadro. Jaime Peñafiel, habitualmente crítico con Letizia, no se priva de poner verde a Felipe. Las rodillas peludas del monarca tienen un pase en el pantalán del puerto de Palma para coger un velero, pero por el centro de la capital son impresentables.
Vean el escudo del Barça encima de su cabeza. Es un extranjero entrando en una Barça Store a comprarse una camiseta de Dembelé. El look no cuadra con la más alta institución del Estado y Peñafiel lo insulta en su columna en LOC: "Adecuado es el pantalón corto de él en el puerto pero no para pasear por las callas del centro de la ciudad. ¡Una horterada!". Entre exclamaciones le llama hortera al rey. Con toda la razón del mundo. Duele al mirar. Como el señor del escaparate, sólo le falta ir con bermudas tejanas rotas:
Peñafiel es Peñafiel y en el mismo artículo carga contra Letizia, a la que no llama hortera sino exhibicionista: "Su exhibicionismo llega a tal extremo que no le importa competir en la longitud de su falda y aún más corta todavía que la de sus hijas, olvidando quién es. No tiene sentido de la medida". Sí que sabe medir los centímetros de minifalda. La estilista de los reyes también hacía vacaciones.