El tríplex de Jaime de Marichalar se ha convertido en un quebradero de cabeza. Durante años fue su refugio en el barrio de Salamanca, un espacio de lujo con el que presumía de independencia y discreción. Ahora, sin embargo, es una propiedad que no consigue vender.

El piso no es uno más. Son más de 700 metros cuadrados, distribuidos en tres niveles, con piscina privada y acceso directo desde el garaje. Una rareza en el mercado madrileño. Marichalar lo diseñó a su gusto, cuidando la decoración y los detalles arquitectónicos. Fue una compra cargada de simbolismo: se hizo con ella poco antes de su matrimonio con la infanta Elena.

Infanta Elena y Jaime de Marichalar / GTRES
Infanta Elena y Jaime de Marichalar / GTRES

Jaime de Marichalar tiene a la venta su tríplex de Madrid

Con el paso del tiempo, las cosas cambiaron. El divorcio, su nueva vida profesional ligada al mundo del lujo internacional y la falta de uso han dejado la vivienda casi vacía. Apenas se abre una parte de la casa, mientras el resto se mantiene apagado. Por eso, Jaime de Marichalar tomó la decisión de ponerlo en venta.

Pero el precio lo complica todo. Marichalar pide más de 10 millones de euros. Las inmobiliarias de lujo aseguran que no está tan lejos de lo que marcan los precios de la zona. Sin embargo, reconocen que con esa cifra el círculo de interesados se estrecha mucho. Solo familias de Latinoamérica o de países con grandes fortunas ven atractivo el inmueble. Y aun así, nadie ha cerrado la operación.

Jaime de Marichalar GTRES
Jaime de Marichalar GTRES

Un problema inmobiliario para Marichalar, no se vende

El tríplex guarda espacios acogedores. En la planta baja, un salón con chimenea y una biblioteca con paredes forradas de madera. En el segundo nivel, los dormitorios que ocuparon sus hijos y un cuarto de invitados. En el ático, la suite principal con terraza y la piscina privada, quizá el rincón más exclusivo de la vivienda.

La compra se remonta a 2005. Entonces, Marichalar firmó un crédito de más de tres millones de euros. Fue visto como una inversión brillante, un paso lógico en alguien que siempre apostó por el lujo como modo de vida.

Hoy, casi veinte años después, la situación es muy distinta. El inmueble sigue en el mercado. Y lo que un día fue símbolo de estatus, ahora es un problema inmobiliario.