Mientras en España se proyecta una imagen pulcra y ejemplar de la familia real, en un tranquilo rincón de Gales la realidad es otra. La infanta Sofía, segunda hija de los reyes Felipe VI y Letizia, está terminando su formación en el exclusivo UWC Atlantic College. Sofía se gradúa este sábado.
Sin embargo, su paso por el internado ha sido más sonado por sus escapadas nocturnas que por sus logros académicos. Su estancia en Gales ya ha dejado huella. No solo entre sus compañeros, sino también en un vecindario que empezó recibiendo a una princesa con curiosidad y termina despidiéndola con alivio y hartazgo.

La infanta Sofía, entre los estudiantes que se escapan constantemente a Saint Donat’s
Lejos de la vigilancia constante del Palacio de la Zarzuela, Sofía encontró una libertad inédita en su vida. En el internado, rodeada de estudiantes de diferentes culturas, ha vivido una experiencia que muchos describen como transformadora. No la perciben así en Saint Donat’s, el apacible pueblo que acoge el campus, que lleva años aguantando noches de fiesta desmedidas y actitudes que algunos tachan de irresponsables.
Vecinos molestos, dueños de negocios y trabajadores locales aseguran que los estudiantes, entre ellos Sofía, han convertido el pub Horseshoe Inn en su segunda residencia durante los fines de semana. Las celebraciones suelen extenderse hasta altas horas, con música alta, alcohol en exceso y un desfile de jóvenes alterados por las calles. “No es que beban, es que arrasan con todo”, dicen algunos lugareños, aludiendo al agotamiento de bebidas en más de una ocasión.

Repercusión en las notas finales
Aunque la infanta siempre ha mantenido un perfil reservado, en Gales no pasa desapercibida. Varios testigos afirman que ha participado reiteradamente en estas salidas nocturnas e incluso en pequeñas escapadas a Londres, aprovechando el anonimato que le brinda el entorno británico.
Estas salidas no solo han generado rumores, también han afectado en su rendimiento académico. Fuentes cercanas al centro confirman que sus notas, sin llegar a ser preocupantes, han estado lejos de lo esperado. Se han requerido clases de refuerzo para preparar sus exámenes finales, algo que ha llamado la atención de sus tutores, acostumbrados al nivel de exigencia habitual en estudiantes de familias reales.