Son momentos muy duros para la familia real griega y española, de enorme tristeza por una noticia que sacude a todos por igual, especialmente a la reina Sofía. Irene de Grecia, hermana pequeña de la emérita, se encuentra en estado crítico. Los médicos han advertido que el final está muy cerca. Hace tres años que lucha contra el Alzheimer, la enfermedad del olvido, una enfermedad que a día de hoy no tiene cura y hace que olvides todos tus recuerdos. Irene no solo ha olvidado su pasado, incluso quien es ella, sino también funciones tan básicas como caminar. Ya ni tan siquiera se levanta de la cama. Cuenta con personal médico las 24 horas del día. Su ausencia pública en los últimos meses solo confirmaba lo que en privado era un secreto a voces: la enfermedad la consume.

Ante esta situación, la infanta Cristina ha viajado a Grecia de forma discreta. Lo ha hecho con un objetivo claro: asegurarse de que se cumpla la última voluntad de su tía. Irene dejó dicho dónde y cómo quería descansar para siempre, y Cristina, consciente de la fragilidad de Sofía, ha tomado el mando. Quiere cumplir los deseos de su tía y su hermana para verlas a ambas felices, ya que Felipe VI tampoco está por la labor de ello. La reina emérita no tiene fuerzas para enfrentarse a este proceso. La gravedad de su hermana la ha dejado devastada, recluida y sin capacidad de asumir decisiones tan dolorosas.
Toda la familia está preocupada por Irene de Grecia
Ahora mismo la infanta Cristina se ha convertido en el sostén familiar en un momento clave. En silencio, sin que nada salga a la luz, ya que quieren evitar que se sepa el estado de gravedad de Irene, se encarga de cada detalle: desde los trámites eclesiásticos hasta la coordinación con las autoridades griegas para que todo esté preparado llegado el momento. Hay que recordar que ambas hermanas son muy religiosas. Su papel, discreto pero firme, revela el vínculo especial que siempre ha tenido con su tía.
La situación preocupa profundamente a toda la familia. Felipe VI, la infanta Elena y hasta Juan Carlos, desde su exilio en Abu Dabi, siguen con angustia las noticias que llegan de Atenas. Saben que Irene, cariñosa y sencilla, fue un pilar en la vida de Sofía, acompañándola en España durante décadas y renunciando a formar su propia familia.
Ahora, su final se acerca. La reina Sofía sufre en silencio, incapaz de imaginar la vida sin su hermana menor. Ya perdió a Constantino hace poco más de un año, y ahora se enfrenta a otra despedida. La soledad amenaza con derrumbarla.
En medio de esta tormenta, Cristina aparece como la figura que sostiene la esperanza de que Irene pueda partir en paz, cumpliendo con su deseo más íntimo: descansar en su tierra, junto a los suyos, rodeada del respeto y la discreción que siempre marcaron su vida.
