Ha pasado más de una década desde que se puso nombre a la investigación, y casi diez años desde que Iñaki Urdangarin y la infanta Cristina visitaron el juzgado de Palma y se sentaron en el banquillo de los acusados, un gran escándalo que dio la vuelta al mundo. Juan Carlos I salvó a su hija de las acusaciones ya que hubiese sido un verdadero escándalo, una infanta en la cárcel. Incluso él mismo se salvó, porque en aquella época todavía era rey de España, hasta 2014, y gozaba de inviolabilidad. Fue en ese momento cuando Felipe VI cogió las riendas de la corona al ver que estaba a punto de irse a pique. Se estaba descubriendo todo el pastel.

La infanta Cristina solo alegaba que ella no sabía nada de los asuntos de su marido. Finalmente fue Iñaki Urdangarin el único que ingresó en prisión. Juan Carlos I le prometió que si se mantenía en silencio le solucionaría para siempre su vida, nunca le faltaría de nada, y así parece que ha sido. Aunque como venganza a los Borbón quiso divorciarse de la infanta Cristina y alejarse de ellos y del foco mediático.
El juez Castro quería meter a la infanta Cristina entre rejas
El juez Castro, quien llevó el mediático juicio que dio la vuelta al mundo, ha publicado un libro en el que habla de este caso. “Tengo muy claro que ella (la Infanta Cristina) y su padre (el rey emérito Juan Carlos) son los artífices de todos los hechos que se están investigando y que al pobre Iñaki le estará reservado el papel de pringado. Al Rey nos es imposible llegar, pero llamar a declarar a la Infanta es obligado como cooperadora necesaria absolutamente de todos los delitos cometidos por su marido. Eso es lo que pienso y de lo que estoy plenamente convencido”, comienza diciendo.
El juez explica el momento en el que le dijo al Fiscal que quería llamar a la infanta Cristina a declarar. “Ya han pasado por el juzgado en calidad de imputados todos los personajes integrantes de la junta directiva del Instituto Nóos salvo uno”, expresó el juez Castro durante una comida con Horrach y con la abogada de la Comunidad, María Ángeles Berrocal.
Fue la decisión que generó una enemistad porque no gustó a nadie. “La única que falta es la Infanta. Ha declarado la esposa de Diego Torres (ex socio de Urdangarin) y sus cuñados. Nadie, absolutamente nadie, va a entender que hagamos una excepción con la Infanta cuando con menos motivos hemos llamado a los demás”, explicaba Castro para que entendieran la determinación a la que había llegado. Le pidieron que la llamase como testigo y no como implicada.
“Lo siento, pero tengo que recurrir tu auto”, dijo Horrach en su último encuentro. “Su ‘lo siento’ no obedecía a ningún lamento interno. Si había ido a Madrid a entrevistarse con Salinas y a su vuelta tenía que recurrir la imputación no había que ser un lince para intuir que una cosa estaba íntimamente asociada a la otra”, revela el juez.
