El nacimiento del segundo hijo de la infanta Cristina e Iñaki Urdangarin estuvo rodeado de ilusión, expectativas y protocolos estrictos. Sin embargo, lo que muy pocos saben es que la elección de su nombre provocó tensiones silenciosas en los pasillos de la Casa Real española. Cristina quería llamarlo Pau, un nombre corto, sonoro y profundamente arraigado en la cultura catalana. A Iñaki también le gustaba, pero desde la Zarzuela se desaconsejó tajantemente y el niño terminó llamándose Pablo.

La elección no fue un simple detalle. Para la infanta, Pau representaba mucho más que un nombre: evocaba su vida en Cataluña; además representaba humildad y tradición. No obstante, los asesores de la Corona vieron en él una decisión arriesgada que podría interpretarse como un gesto político, una especie de validación y reconocimiento de la identidad nacional catalana de una forma que iría más allá de lo simbólico. Esto podría ser percibido por algunos como una validación del "ser catalán" como una entidad separada de la española. Finalmente, la historia quedó enterrada, pero revela una vez más cómo incluso los asuntos más íntimos de los Borbones están marcados por intereses de Estado.

Victoria Federica y Pablo Urdangarin / GTRES
Victoria Federica y Pablo Urdangarin / GTRES

El nombre Pau: símbolo catalán y legado de humildad

El nombre Pau ha sido durante siglos uno de los más representativos en Cataluña. Aunque muchos lo asocian con la “paz”, en realidad su origen se remonta al latín Paulus, que significa “pequeño” o “humilde”. Su sonoridad amable y su carácter universal lo han convertido en un estandarte de sencillez y virtud. No es casualidad que figuras como Pau Casals, el célebre violonchelista, y Pau Donés, vocalista de Jarabe de Palo, llevaran este nombre, reforzando su conexión con valores como la justicia social y los derechos humanos.

En este contexto, la decisión de la infanta Cristina de nombrar a su hijo Pau no fue un simple capricho, sino un gesto simbólico de apego a Cataluña, la región donde vivía con su familia. Pero la monarquía, siempre vigilante de los equilibrios territoriales, prefirió cortar por lo sano. Pablo, más neutral y menos comprometedor, se impuso como opción final.

Popularidad de Pau frente a Pablo en España

Lo más llamativo es que Pau figura entre los nombres más populares de Cataluña. Según estadísticas oficiales, más de 34.000 hombres en España lo llevan, con especial fuerza en la provincia de Barcelona, donde casi 16.000 personas responden a él. La brevedad del nombre y su carga positiva lo han hecho especialmente atractivo para las nuevas generaciones, convirtiéndolo en un clásico moderno.

Pablo Urdangarin
Pablo Urdangarin

En contraste, Pablo es una elección más extendida en el ámbito nacional, con un peso fuerte en la tradición católica y una sonoridad considerada “más española”. La diferencia entre ambos nombres parece mínima, pero en la monarquía cada detalle importa. La decisión final de decantarse por Pablo sobre Pau demuestra cómo los Borbones no dejan nada al azar, ni siquiera la identidad de un recién nacido.

Lo que para cualquier familia es un gesto de amor, en la realeza se convierte en un tema de debate estratégico. Llamar Pau a un hijo de la infanta Cristina podría haber sido interpretado como una reivindicación cultural en un momento en que Cataluña empezaba a marcar distancias con Madrid. Por ello, desde los despachos de la Zarzuela se recomendó evitarlo y optar por una alternativa más “segura”.