Parecía que la infanta Cristina había logrado recomponer su vida tras el escándalo del caso Nóos y su divorcio con Iñaki Urdangarin. Sin embargo, no imaginaba que un nuevo frente se abriría justo en el seno de su familia. Uno que tiene que ver con su hija menor, Irene y que viene durando desde hace dos años. Lo que comenzó como una simple decepción académica, ha evolucionado hasta convertirse en un problema familiar de primer orden.

Todo comenzó tras la frustrada entrada de Irene en la Universidad de Lausana, en Suiza, en verano de 2023. La joven no superó las pruebas de acceso, lo que supuso una gran decepción para su madre, quien había depositado muchas esperanzas en ese proyecto educativo. Como alternativa, Irene se tomó un año sabático desde septiembre de 2023 hasta julio de 2024. Un periodo en el que lo único que hizo de provecho fue un voluntariado en Camboya, que fue más una excursión al campo que un acto humanitario.

Irene Urdangarin en Camboya
Irene Urdangarin en Camboya

Irene Urdangarin retoma sus estudios

Posteriormente, para el curso 24-25, se matriculó en un curso de Organización de Eventos en la Universidad de Oxford. Aparentemente, un nuevo comienzo. Pero pronto la situación se torció.

Desde su llegada a Reino Unido, el comportamiento de Irene ha generado preocupación. Más que por su desempeño académico, se la ha visto destacar por su agitada vida social. Informaciones sobre su presencia en fiestas, su ausencia en clases y vídeos en redes sociales en los que se la ve con actitud despreocupada, como aquel en el que grita por Londres “Listen up, this is London, ¡baby!, han circulado con rapidez, generando una gran preocupación en su entorno cercano. Y si en enero, cuatro meses después de empezar el curso, la situación era grave, ahora ha empeorado.

Irene Urdangarin / Europa Press
Irene Urdangarin / Europa Press

Irene Urdangarin vuelve a ser motivo de profunda preocupación para la infanta Cristina

Hay rumores de amonestaciones por faltas reiteradas y de un bajón generalizado en su rendimiento. Algunos allegados confirman que Irene ha manifestado incluso su deseo de abandonar los estudios antes de terminar el año. “No tiene motivación, ni interés, ni rumbo claro”, asegura una fuente cercana.

Cristina, agotada y superada, ha decidido recurrir a su padre, el rey emérito, con la esperanza de que él, que siempre ha tenido una relación especial con su nieta, pueda hacer algo. Juan Carlos, que ya intervino en el pasado con su nieto Froilán cuando atravesaba una etapa problemática en Madrid, podría plantear facilitarle una desconexión total durante una temporada en algún destino como Estados Unidos. El objetivo sería alejarla totalmente de las distracciones y presiones europeas, y tratar de devolverle cierta disciplina y foco.