Uno de los deportistas más queridos por todo el mundo, que después de una carrera llena de éxitos, vivió un infierno y murió de manera trágica y antes de tiempo, fue, sin duda Jesús Rollán. El mítico portero de la selección española de waterpolo, con la que consiguió numerosos éxitos, como la medalla de Oro en los Juegos Olímpicos de Atlanta en 1996, fallecía en 1996 después de sufrir una espiral de autodestrucción y una dependencia a las sustancias estupefacientes. Rollán tenía muchos amigos, mucha gente lo quería, entre ellos, durante un tiempo, dos nombres ilustres: la infanta Cristina e Iñaki Urdangarin: "Ella se había enamorado de Rollán, aunque finalmente la cosa no cuajó porque él tenía novia y nunca le dio el sí que ella anhelaba. Del amor, pues, pasaron a una amistad que parecía inquebrantable y que sirvió para que la hija de los reyes eméritos conociera al amor de su vida, el hombre que ha sido su marido durante casi 25 años". Y es que gracias a Rollán, los exduques de Palma se conocieron. Un libro de reciente publicación habla de este portero tan carismático: Eterno, vida y muerte de una leyenda, de los periodistas Francisco Ávila y Alberto Martínez.
Considerado uno de los mejores deportistas españoles, sin embargo, pasó de la gloria al olvido, especialmente, por parte de algunos buenos amigos que lo abandonaron y dejaron de la mano de Dios cuando más los necesitaba... Como Iñaki Urdangarin y la infanta Cristina, que le provocaron una decepción absoluta. "Varios testigos que les cuentan que el marido de la infanta nunca respondía al teléfono y que siempre estaba reunido. Le dio la espalda". Rollán, la infanta y Urdangarin eran amigos desde hacía muchos años, pero cuando Rollán estaba inmerso en una difícil situación personal, los dos fallaron a su amigo. Incluso, explica el libro, no lo invitaron a su boda, "y eso que el joven waterpolista ya se había comprado el traje".
“Desde el primer momento existió una gran afinidad entre Rollán y Cristina, dado el magnetismo del portero y su poder de seducción”, escriben los autores del libro sobre este icono del deporte y la hija del emérito. Un Rollán que "llevaba unos años involucrado en una relación abierta con una chica barcelonesa llamada Montse". En el libro hay alguna situación muy peculiar vivida por la infanta cuando era amiga de Rollán. Por ejemplo, que "El carácter gamberro de Jesús solía poner en apuros a la seguridad de la casa real", explican los biógrafos del deportista. Por ejemplo, una noche que los miembros encargados de la seguridad de Cristina se pusieron de los nervios: “Una noche, por la Diagonal, el portero viajaba con Cristina en su coche; Jesús, para perder de vista a los escoltas, se saltó un par de semáforos en rojo, por lo que los guardas de seguridad de la infanta tuvieron que llamar a Cristina para que advirtiese a Jesús de que no volviera a hacerlo".
Otras curiosidades que se revelan, tal como ha destacado la revista Vanity Fair, era cuando la Borbón llamaba en casa del portero para hablar con él: "Cristina llamaba a la casa de Jesús para hablar con él y fijar una cita; ante las preguntas de Montse, el portero respondía que era una periodista pesada que quería acceder a cierta información”.