Iñaki Urdangarin siempre ha sido un hijo entregado. Su madre, Claire Liebaert, ha sido su gran refugio en los peores momentos, como la separación de la infanta Cristina, la entrada y salida de prisión, el señalamiento público. Todo lo ha afrontado con ella al lado, inseparables. Hasta que no formalizó su relación con Ainhoa Armentia vivió bajo su mismo techo, y aún después de rehacer su vida con la abogada, siempre encontraba un hueco para volver con Claire cuando las circunstancias lo pedían, como cuando ella tenía que quedarse con sus dos hijos adolescentes. La octogenaria ha sido el motor más importante en la vida del exjugador de balonmano.

Iñaki y Claire Liebaert / GTRES
Iñaki y Claire Liebaert / GTRES

Pero la realidad empieza a cambiar. Claire, como ocurre con Juan Carlos I o la reina Sofía, tiene algunos problemas de la edad, aunque en su caso intentan que no sean mediáticos. Su salud se resiente y necesita más cuidados que nunca. Urdangarin, que siempre ha querido mantenerla alejada de las cámaras, vive esta etapa con una importante preocupación. El problema es que ahora tiene otros compromisos y no puede pasar tanto tiempo con ella porque comparte su vida con Ainhoa La octogenaria quiere pasar más tiempo con su hijo, exige su espacio y su madre comienza a sentirse desplazada.

La infanta Cristina no puede acercarse a Claire Liebaert por petición de Iñaki Urdangarin 

La situación se complica porque Claire siempre ha tenido un cariño inmenso hacia Cristina. La consideró una hija más y se dejaba ver con ella tanto en Bidart como en Barcelona, animando a Pablo en la pista. Esa relación afectiva no ha sentado bien a Ainhoa. La nueva pareja de Iñaki no entiende cómo su suegra sigue mostrando más devoción por Cristina que por ella. Y la consecuencia es que Urdangarin ha ido distanciando a su madre de su exmujer para evitar choques innecesarios. Ahora mismo prácticamente ni se ven.

Claire cada vez se siente más sola. Se apoya en algunos de sus otros hijos y mantiene charlas privadas con Cristina sin que se entere su hijo Iñaki. Ella, que siempre fue el sostén emocional de su hijo, percibe ahora un vacío que no había sentido nunca. La prioridad de Iñaki parece haberse desplazado hacia su nueva vida, y esa grieta con su madre empieza a doler.

Pese a todo, la preocupación de Urdangarin por el estado de salud de Claire es real. Sabe que el tiempo juega en su contra y no está preparado para perder a la mujer que le ha salvado en sus peores momentos. El vínculo entre ellos sigue intacto, aunque los celos, las tensiones familiares y el paso de los años hayan complicado una relación que siempre fue su pilar más sólido.

Claire y Cristina
Claire y Cristina