Kate Middleton es como Leonor: princesa, futura reina y máximo valor de la Corona, en su caso inglesa. En el Reino Unido están tan añorados de la figura casi materna que representaba la reina Isabel II que todos los hombres de la Corona parecen poca cosa. Carlos era como su padre, un adúltero, y como rey les ha durado poco. Sus hijos Enrique y Guillermo parecen permanentemente afectados por la muerte de Lady Di y por el peso de la Corona. Y los hermanos del rey Carlos III son figurantes, con mucha suerte con frase y con muchísima suerte esquivando la prisión por poco, caso de Andrés de Inglaterra. Por el contrario, Isabel II es el referente moral de la nación, Diana Spencer es una figura añorada como su suegra y todo el mundo imagina el papel fabuloso que haría ahora mismo si no hubiera muerto en aquel puente de París. Por suerte quedan las vivas: en este tiempo de turbulencias, de dos cánceres y poco carisma, quien ha estado en su lugar es la reina Camila. Y ahora la gran esperanza para el futuro de los Windsor es Kate, princesa de Gales y futura reina de Inglaterra. Ha dejado la quimioterapia y ha aparecido en un viaje oficial a Escocia al lado de su marido.

¿Qué marido? Todas las miradas eran para el nuevo look de Kate, teñida de rubio. Nueva etapa, nuevo look más amable, angelical. Más Lady Di. En el Instagram específico de los príncipes de Gales, diferente del del resto de Familia Real, se ve esta imagen de un hombre calvo de espaldas y una rubia. De lejos no se puede saber que son Kate y William. De cerca el tinte rubio de la princesa es especialmente llamativo, muy atrevido para una royal del carisma de Middleton, que hizo de su larga melena oscura un signo de identidad. Pero aquella Kate ya no existe. El cáncer hace brotar a una nueva princesa:




Las princesas orinan, las princesas dudan, las princesas enferman, las princesas sufren, las princesas van a terapia y las princesas revelan nuevas etapas con detalles como este: cambio radical de un signo de identidad. Algunas se corta el pelo, otros se operan la cara, o se abrazan a un amante, como la anterior princesa de Asturias, Letizia Ortiz. Kate a los 43 años es rubia. No ha escogido la fecha al azar, este jueves 29 de abril era su aniversario más importante. No el de su nacimiento, no el de ninguno de sus tres hilos, no el de su alta hospitalaria. Es su 14.º aniversario de bodas, el día más importante de su vida, cuando se convirtió en futura reina de Inglaterra. Para empoderarse escogió esta fecha y renovarse el aspecto. Hace 14 años de la boda real que la colocó como la princesa más ambiciosa, profesional, decidida y voraz de las coronas europeas. Ni Meghan Markle, ni su marido títere, ni el recuerdo de Isabel II o Lady Di, ni un cáncer se interpondrán entre Kate y su corona de reina.