La Princesa Carolina de Mónaco siempre ha sido carne de cañón para las revistas de papel cuché. Como la de Tamara Falcó, su vida está retratada en las portadas de muchos medios. Cualquiera de sus movimientos ha sido noticia a lo largo de los años.

Además, a partir de los 18 años dio de comer a muchos medios, con sus amores y desamores. Sus variadas historias de amor eran de interés público y generaban buenos réditos a revistas y programas del corazón.

Aunque su primer amor en firme fue Philippe Junot. Una persona que no era muy del agrado de su madre, Grace, debido a su pasado repleto de historias con mujeres. Pero aquello no importó a Carolina, que siguió adelante con sus planes. Tanto como para casarse en junio de 1978.

Sin embargo, como habían predicho en el seno de la familia, el matrimonio duró solo dos años. Los periodistas pillaron a Junot con Giannina Faccio, hija de diplomático y embajador de Costa Rica, mientras Carolina estaba en el Baile de la Rosa.

La Iglesia no concedió la nulidad del primer matrimonio a la princesa Carolina, lo que convertía a sus hijos en bastardos ante la institución

No obstante, la princesa no tardó en rehacer su vida sentimental. Tiempo después de la ruptura apareció Stefano Casiraghi, que provenía de una familia rica de Milán. Y al poco tiempo la dejó embarazada de su primer hijo.

Carolina de Mónaco en su boda
Carolina de Mónaco en su boda

Un embarazo que precipitó la boda entre ambos. No obstante, no pudieron casarse por la iglesia. La institución eclesiástica no le concedió el divorcio legal de Philippe Junot. Pero no importó. Contrajeron matrimonio por lo civil. Mientras que a continuación tuvieron dos hijos más, antes de que Casiraghi falleciera en 1990 en un accidente náutico.

Tras el fallecimiento del padre de las criaturas, el príncipe Rainiero movió cielo y tierra para que la Iglesia aceptara la anulación del primer matrimonio. Pero esa siguió negándose al considerar que Carolina había retado a la institución casándose por lo civil, en una boda motivada por unos hijos que la Iglesia consideraba bastardos, al haber sido fuera del matrimonio original.

Enfrentamiento entre la princesa Carolina y la Iglesia

“El papa Juan Pablo II no perdona a la princesa el haberse casado con Stefano Casiraghi, ignorando y desafiando a la Sacra Rota. Nunca había sucedido que una princesa católica se comportara de esa forma con la iglesia romana. Es muy difícil que la princesa pueda casarse con su actual compañero en una iglesia según el rito católico”, apuntó monseñor Agostino Casaroli, consejero del secretario de Estado, en un reportaje en la revista ‘Tiempo’. “Ese matrimonio se considera en Roma como un vulgar concubinato. Los hijos habidos de esa unión son bastardos que pueden perder el derecho a la sucesión del trono de Mónaco, aun cuando para las leyes civiles son hijos legítimos dado que el matrimonio quedó inscrito el 29 de diciembre de 1983”, añadía.

Finalmente, el 1 de junio de 1992, Carolina sí consiguió la nulidad, después de que la Santa Sede considerase inmadurez en el consentimiento de Carolina sobre el primer matrimonio. Mientras que en 1993 el papa Juan Pablo II firmó un decreto reconociendo a los hijos de Carolina como legítimos. Stefano Casiraghi, sin embargo, ya no estaba para verlo.