La infanta Cristina es un pongo. Ya saben, aquellos regalos feos, aparatosos, con volumen y que no encajan en ningún sitio. La frase cuando los regalan es "Donde lo pongo". Pues eso piensa la gran mayoría de la aristocracia española con los Borbones que no son Felipe y sus dos hijas "¿Dónde los pongo?". Todo el resto de la familia molestan. Incluso Letizia molesta, inquieta y pone nerviosos a los invitados que tiene al lado. ¿Qué haces? ¿Le sacas el asunto Del Burgo? Qué tal su cuñado. Es una paria social. Y así el resto, siempre rodeados de escoltas de la Guardia Real, reverencias y trato de Excelentísima señora doña. Este sábado en Madrid se celebra la gran boda pepera que va camino de ser más ridícula que la de la hija de Aznar en El Escorial. De entrada habrá más reyes que nunca: los dos eméritos Juan Carlos y Sofía, Elena, los dos primeros primos de la línea sucesoria de Leonor: Froilán y Vic Marichalar, los primos de Felipe, Zuritas y Gómez Acebos y la gran invitada, la recién divorciada, la infanta Cristina de Borbón y Grecia. Todo el mundo le busca novio, en parte porque a su hermana mayor Elena los 20 años del "cese efectivo de la convivencia conyugal" han parecido un desierto de hielo. No es que Elena no haya tenido un segundo marido, un novio, un amante o una aventura. Es luce cara de amargada, fastidiada con la vida como si todos le debiéramos alguna cosa.

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Elena y Cristina al funeral de Constantí, EP

Cristina va a la boda del alcalde de Madrid y ha aterrizado con su padre Juan Carlos provenientes de Ginebra. Antes de la ceremonia ha pasado, según la revista Hola, por un rincón de Madrid que le trae muchos recuerdos: el taller del modisto Lorenzo Caprile, el le hizo el vestido de novia. Cristina vuelve al lugar del crimen, donde empezó su periplo de décadas casada con Iñaki Urdangarin. Lo hace pocas semanas después de firmar el divorcio y demuestra dos cosas: que va a recoger el traje de invitada de la boda que le ha confeccionado Caprile, y que no solo ha superado el divorcio sino que no le importa que la boda del sábado le recuerde a la suya, la de la Catedral de Barcelona con su ex. Vestirse de Caprile es un mensaje a Iñaki y a Ainhoa Arteta, como el famoso gesto de no sacarse la alianza de casada: es muy religiosa y no ha accedido a una nulidad eclesiástica, por lo tanto en ojos de Dios sigue siendo la mujer de Iñaki. Y todavía ama a su ex.

Boda Iñaki Urdangarin cono Infanta Cristina GTRES
Boda Iñaki Urdangarin, Cristina GTRES
Cristina boda Borja Prado GTRES
Cristina boda de Borja Prado GTRES

La revista monárquica Hola insinúa que el gesto de Cristina va dedicado a Iñaki Urdangarin: "Recién llegada a la capital -y a tan sólo veinticuatro horas del enlace-, doña Cristina se ha acercado al taller de Lorenzo Caprile, ubicado en pleno barrio de Salamanca. Una visita, cuanto menos, significativa". Iñaki Urdangarin seguiría siendo el marido de la infanta si unos paparazzis no hubieran hecho las fotos con su amante vasca en el País Vasco francés en enero de 2022. Esta es una certeza absoluta por una razón que la prensa calla: Cristina ya sabía que Iñaki le era infiel. Desde el principio. Durante la instrucción del caso Noos la Fiscalía de Palma vació los ordenadores del Instituto Noos y en el sumario constan mails de Iñaki con una de sus amantes, la mujer de otro jugador del Barça de balonmano, compañero de Iñaki.

Mails de Iñaki Urdangarin y el amante por|para el caso Noos, Telecinco
Mails de Iñaki Urdangarin y el amante por|para el caso Noos, Telecinco

En estos correos Iñaki intentaba fijar una cita con la amante "Dime cómo lo tienes el viernes para cenar y follar, que de follar no te libras. Valoremos hora, sitio, niños, marcaje, mantén viva la llama que es importante". Iñaki ya era padre de cuatro hijos y su mujer lo sometía a un marcaje porque sabía que Iñaki necesitaba desahogarse sexualmente fuera del matrimonio, y se lo consintió durante décadas hasta que fue imposible porque Iñaki se negó a hacerlo a escondidas: paseaba abrazado a Ainhoa para precipitar la humillación pública a Cristina y el divorcio, que ha tardado 2 años en firmarse por una razón. No la económica, Cristina está podrida de dinero. No por los niños, todos son adultos, sino porque Cristina no quiere el divorcio. Algunos creían que por religiosa. Yendo a vestirse de Caprile queda claro que a Iñaki lo ha perdonado como siempre y sigue enamorada. En la boda de Almeida, Cristina lucirá un vestido como el de su boda con Iñaki, para recordar el día más feliz de su vida. Y al único hombre que habrá en su vida.