Todo ocurrió una noche, en la entrada a Madrid por la A6, una vía rápida y siempre concurrida. Según un testigo directo, un Mercedes tintado realizaba maniobras erráticas, trazando pequeñas “eses” y dificultando el tráfico. Al intentar adelantarlo, otro coche, con antenas y luces discretas, lo bloqueó. Se trataba de uno de los coches escolta de la Casa Real. Minutos después, otro vehículo oficial repetía la maniobra, protegiendo el coche central. El testigo, finalmente, logró adelantar. Al mirar hacia el interior del Mercedes, la sorpresa fue mayúscula: al volante iba Letizia.
Así lo explica el periodista Joaquín Abad, autor de una biografía no autorizada sobre la consorte, Letizia habría protagonizado un incidente grave al volante: condujo bajo los efectos del alcohol por la autopista A6, escoltada por vehículos oficiales. Un episodio del que apenas se ha hablado, pero que pone en entredicho la imagen de rectitud y control que la reina Letizia proyecta desde su llegada a la Casa Real.

La reina Letizia poniendo en peligro al resto de conductores en la A6
En su libro, Abad describe cómo Letizia, conocida por su carácter firme y dominante, también tiene una cara más desinhibida y temeraria. En privado, según quienes la han conocido de cerca, no ha dudado en disfrutar de la noche, las fiestas y el alcohol. Pero una cosa es una anécdota personal, y otra que se convierta en un peligro público.
"Ya de reina un madrileño que conducía por la A-6 a La Coruña observó un Mercedes negro y con los cristales traseros tintados haciendo eses. El conductor no se encontraba en condiciones. Al tratar de adelantarlo le impidió el paso otro vehículo con antenas, era un coche escolta. Ese y otro vehículo oficial impedían que al adelantar al Mercedes hubiera un accidente. El individuo, cansado de ver al Mercedes haciendo eses, acabó adelantándolo. Al pasar junto al vehículo descubrió que era conducido por Letizia", relata el autor.

La cara más oculta de la reina Letizia
El testimonio coincide con lo narrado en el libro de Abad: Letizia conducía en estado alterado, tras haber consumido bebidas alcohólicas, mientras su escolta personal se encargaba de protegerla de cualquier consecuencia vial o mediática. La maniobra, lejos de ser un simple acto de discreción, implicó un claro uso de recursos públicos para encubrir una conducta irresponsable.
Aunque no hubo accidente, la situación fue lo suficientemente alarmante como para poner en riesgo a otros conductores. Y es que, cuando una figura como Letizia, símbolo de la representación pública y del ejemplo moral, actúa de forma temeraria y es escoltada para evitar repercusiones, el mensaje es peligroso.