Al rey Felipe le hacen muchos regalos. No contentos en poder hacer lo que les salga del moño y en tener una legión de palmeros que satisfacen sus caprichos, los Borbones también podrían llenar media Zarzuela si pusieran allí todos juntitos todos los regalos que diferentes entidades, gobiernos, instituciones o anónimos les hacen llegar a Felipe, Letizia y las niñas. La lista de pongos es interminable, muchos de ellos, decorando el despachito del monarca. Algunos de ellos, de carácter bélico. Otros, para comer. La mayoría, conmemorativos, carteles, banderitas o piezas que recuerdan tan noble visita en algún rincón del país. Pero también los hay que cuelgan de las paredes de palacio. En esta categoría, nos encontramos con algunos cuadros que dan pavor. Otros que tienen un tufo de rancio que echa para atrás, como este que colgaba en el Congreso, en que en el momento de la presentación, entonces con la presencia de Ana Pastor, se dijo "parece que te mire", como si fuera la Gioconda. Y la red se abonó: "¿Parece que te mire? Pero si parece que esté cagando...". Maravilloso.
Los retratos monárquicos son dignos de estudio. Y dan un poquito de vergüenza ajena. I de grimilla. Pero Felipe, encantado de la vida de que su rostro estirado y preparao cuelgue de cuántas más paredes mejor. Ahora le han vuelto a regalar uno de estos retratos. Ha sido con motivo del 175.º aniversario del Círculo del Liceo de Barcelona, cuando los reyes vinieron a Catalunya pensándose que tendían puentes, cuando tender puentes es otra cosa, como bien les recordó la gran Pilar Eyre ("¿Tender puentes? ¿Qué asesores tienen?"). Entonces, un pintor madrileño, Tomás Baleztena, les mostró qué había pintado. Se veía al rey Felipe con cara de pocos amigos, fondo negro, tono oscuro del dibujo, y la única nota de color, la camisa blanca y una corbata color berenjena. Este cuadro, un óleo sobre lienzo y lápiz sobre papel:
Su autor ha recordado, tal como recoge la revista Vanitatis, la fuerte impresión que provocó su pintura en los monarcas. Primero, explica cómo fue el recibimiento real. La primera que lo atendió fue Letizia, “muy simpática, muy normal y muy pizpireta. Te da una palmada en la espalda y te habla con confianza: ‘Ahora viene Felipe’, como si estuvieras hablando en un bar, me gustó”. Después llegó Felipe. Suponemos que recuperado del susto inicial que le provocó ver el dibujo que le habían hecho: “los Reyes quedaron impactados. Les había impresionado bastante por el tenebrismo. Tenían un poco de miedo, pero luego al verlo al natural, yo creo que quedaron bastante encantados”. Felipe, atemorizado inicialmente. Después, suponemos que dando el visto bueno a un cuadro que el autor define como "psicológico" porque “si te metes en la cabeza del Rey, por lo que puede estar pasando, yo creo que le ha tocado una papeleta difícil en este momento”. Chim pum.
El artista, a pesar del impacto inicial de Felipe, encantado de la vida: “a todo el mundo que acudió le gustó. Incluso críticas duras, que no son duras, fueron positivas”, después de que le dijeran que “es un retrato fuerte, que tiene esta atmósfera que puede ser no amable. Yo creo que es un retrato con carácter. Como yo veo la monarquía y al Rey, y yo le veo muy humano en el cuadro, una figura con mucho carácter y con alma. Es un cuadro vivo”. ¿Veremos una obra del autor, ahora, sin embargo, de Letizia? Quién sabe, quizás en Zarzuela le harán el encargo. Él, encantado de la vida... Veremos si, en caso de pintarla, también opta por este tono tenebrista que le ha aplicado a Felipe.