Iñaki Urdangarin está muy preocupado por la salud de Claire Liebaert, siempre ha sido su principal apoyo y su máxima devoción. El exduque de Palma no ha querido separarse de ella. Aunque mantiene una relación sentimental con Ainhoa Armentia, el exjugador de balonmano continúa viviendo con su madre. Es probable que los tortolitos empiecen una nueva vida en común al lado de ella.
A Claire Liebaert le sentó muy mal que Iñaki se separase de Cristina de Borbón después de más de dos décadas juntos. Para la octogenaria, la infanta era como una hija para ella, también para sus otros hijos, la querían como una hermana más, incluso más que al propio Urdangarin. Se había ganado el cariño de toda la familia. Nadie se esperaba un divorcio entre la hija de Juan Carlos y el exjugador de balonmano. Tras salir de prisión, ambos vivieron separados, algo que ya hacía presagiar que no atravesaban un buen momento. Efectivamente, unos meses más tarde aparecieron unas fotografías donde se veía a Iñaki en compañía de una mujer con melena rubia. Pocos días más tarde se descubrió la identidad de esa misteriosa mujer, Ainhoa Armentia.
Ainhoa Armentia y Claire, grandes amigas, enfadan a la infanta Cristina
Claire Liebaert no podía ni ver a Ainhoa Armentia, la culpaba de haber engatusado a su hijo, quien tenía una familia y la ha destrozado. Durante más de un año ni tan siquiera podía verla. Sin embargo, ahora que han pasado dos años y se ha confirmado el divorcio de su hijo con Cristina, la octogenaria se habría acercado a la abogada para conocerla.
Sin embargo, Claire no se ha atrevido a contarle a Cristina que conoce a Ainhoa Armentia y le ha abierto las puertas de la casa de par en par. La relación con su nueva nuera es espléndida. Se llevan a las mil maravillas y han encajado a la perfección, aunque le costó conocerla. Le echaba la culpa de todo.
Finalmente ha visto que Iñaki es muy feliz con Ainhoa Armentia, y lo único que le importa a Claire es que su hijo esté bien, Sin embargo, la relación con Cristina de Borbón es mucho más fría. Desde que la infanta ha comprobado la buena relación que existe entre la octogenaria y la abogada, ya no quiere pasarse por Vitoria, ni tampoco acompañarla a Bidart.