Mientras los rumores sobre el estado de salud de Ernesto de Hannover crecen con fuerza, la figura de Carolina de Mónaco emerge envuelta en una nube de frialdad e indiferencia. A pesar de las constantes alertas por el deterioro del príncipe alemán, su aún esposa mantiene el más absoluto silencio. Y es que, lejos de conmoverse, Carolina ha decidido hacer lo que mejor sabe: mantenerse a distancia y preservar su imagen regia sin inmutarse.
La reciente hospitalización del ex de Carolina —producto de una delicada cirugía de cadera que lo dejó dependiente de un andador— ha disparado todas las alarmas en Europa. Según medios germanos, la intervención no solo no resultó del todo exitosa, sino que obligó al príncipe a una segunda operación. Mientras tanto, la princesa monegasca ni siquiera ha emitido una declaración pública de apoyo o preocupación.

Los estragos de la enfermedad no ablandan el corazón de Carolina
Según informes de la prensa alemana, el estado de Ernesto es preocupante. Más allá de las operaciones, quienes lo rodean aseguran que su estado anímico se ha visto gravemente afectado. El otrora fiestero príncipe ha reducido drásticamente sus apariciones públicas y mantiene un perfil bajo. La hospitalización más reciente ha sido un nuevo golpe para su ya delicada salud.
Y aunque la hija de Rainiero y Grace Kelly siempre se ha mostrado celosa de su intimidad, el hecho de que ni siquiera haya enviado un mensaje de aliento al padre de su hija Alexandra de Hannover ha generado críticas. Para muchos, se trata de una actitud "inhumana", pero para otros, es simplemente la prueba de que Carolina ha sepultado toda relación emocional con su esposo desde hace años, aunque aún estén legalmente casados.
Intereses reales por encima del afecto: el matrimonio fantasma que resiste por conveniencia
Ahora bien, aunque pueda parecer una decisión emocional, todo indica que la distancia de Carolina responde a un interés más político que sentimental. Desde hace años, Carolina de Mónaco conserva el título de "Alteza Real" gracias a su matrimonio con Ernesto de Hannover, título que perdería automáticamente en caso de firmar el divorcio. ¿Suena calculado? Lo es.

A pesar de que ambos hacen vidas completamente separadas —Ernesto junto a Claudia Stilianopoulos y Carolina centrada en su círculo social de Mónaco—, el divorcio nunca se ha concretado. La razón sería tan sencilla como polémica: Carolina no estaría dispuesta a renunciar a un título que no le corresponde por nacimiento, sino por matrimonio. De romper legalmente el vínculo, no solo perdería esa distinción, sino también toda posibilidad de influir en el futuro del legado de la Casa de Hannover, actualmente en manos de Ernesto Jr., primogénito del príncipe.
La situación actual parece convenirle a todas las partes implicadas. Carolina de Mónaco conserva su estatus nobiliario, Ernesto de Hannover mantiene el apellido unido a una de las figuras más emblemáticas del Principado, y la familia guarda las formas. Es un matrimonio roto, pero estratégicamente intacto. Mientras tanto, la salud del príncipe alemán continúa deteriorándose en silencio, sin que su legítima esposa mueva un dedo.