Álvaro de Marichalar se ha convertido en un mediático personaje desde su entrevista en el Sábado Deluxe, donde Jorge Javier Vázquez lo expulsó de plató cuando desproticaba sobre Catalunya. Su participación en la manifestación unionista sacó a la palestra al tío de Froilán, y ahora todo el mundo habla de él. Este fin de semana, de hecho, se enfrentaba a un independentista en plena calle, llamando la atención de todos aquellos que pasaban.

En este contexto, los colaboradores del programa de la Cadena Ser La vida moderna han querido entrevistarlo, consiguiendo una conversación surrealista con él en que se ha acabado enfadando de verdad.

Todo discurría con tranquilidad, a pesar de presentarlo como "el hermano malo de Marichalar". Él iba explicando qué piensa de la situación actual en Catalunya, tachándolo todo de un problema social de convivencia y sentido común con la corrupción como causa. Un discurso serio y lleno de argumentos que los periodistas ni escuchaban, riéndose del aristócrata.

Pero fue cuando estaba explicando su experiencia como director de una empresa de antenas parabólicas cuándo todo se torció. Ignatius lo acusó de trilero y facha, con lo que la polémica estallaba.

Álvaro de Marichalar EFE

"¿Por qué me has dicho facha? Es muy feo porque me estás intentando descalificar. Y no soy ni facha ni trilero. Yo soy un náufrago".

Los colaboradores del programa no podían casi respirar del ataque de risa que los dio, con lo que él se iba enfadando todavía más. "Sé qué es jugarse la vida en el mar, no tengo miedo a que nadie me diga facha. Así que no me digas facha, majete, porque no te lo permitiré ni de coña". "Estáte tranquilo y respeta a la gente, como yo te respeto a ti. Ni trilero, ni hostias de estas. Levantéis el brazo o el puño es la misma mierda, facha y comunista son la misma mierda", añadía contundente.

Escúchalo aquí a partir del minuto 16 y la pelea|riña a partir del 25 / Cadena SER

Y justo después de dejar irlo todo, no habían pasado ni cinco segundos que volvía al tema de las antenas parabólicas como si nada. Una escena surrealista ante la que no podían parar de reír. Y entre una cosa y la otra, acabaron riendo juntos, pidiéndole poder llamarlo más a menudo y diciéndose que se quieren mutuamente.