Nada de sombrillas ni apartamentos pequeños este año. Ainhoa Armentia y Iñaki Urdangarin han dado un giro de 180 grados a sus vacaciones. De Alicante a las Islas Griegas. Del paseo marítimo al yate privado. De los cafés en terraza a las botellas de vino de 400 euros. Y todo ello sin que quede claro de dónde sale el dinero.
Hasta hace no tanto, Iñaki se presentaba como un hombre casi arruinado. Decía vivir con lo justo, sin ingresos fijos y con la ayuda de amigos cercanos. Incluso se comentaba que no podía pagar una ronda. Y en el divorcio con la infanta Cristina, rechazó asumir ciertos gastos de sus hijos.
Una vida llena de lujos y derroches
Pero hay algo que no cuadra. Porque en paralelo, su vida ha adquirido un aire de opulencia discreta, pero constante. Ahora se alojan en hoteles de cinco estrellas, se mueven por destinos exclusivos y viven en una casa de alto nivel en las afueras de Vitoria, con opción a compra. Todo indica que lo de ir justos de dinero ya es parte del pasado. O, tal vez, solo era una estrategia.

Según apuntó Juan Luis Galiacho, Urdangarin podría estar recibiendo una especie de “compensación” por su silencio. Una especie de acuerdo para no publicar las memorias que escribió en prisión. En esos textos, al parecer, se incluyen episodios que afectarían directamente a la Casa Real. Con nombres y apellidos. Y sobre todo, con fechas.
Iñaki Urdangarin y Ainhoa Armentia, escapada a las Maldivas
El precio de ese silencio, según el director de elcierredigital, podría superar los 50.000 euros mensuales, con un ingreso inicial de dos millones de euros. Aunque nadie lo ha confirmado oficialmente, lo cierto es que la vida que llevan no es la de una pareja en apuros.
Así las cosas, Iñaki y Ainhoa ya no van al apartamento modesto de Ainhoa en Benidorm. Ni hacen rutas en bici por el norte. Este año han alquilado un yate de lujo, a razón de 6.000 euros diarios. El destino final: las Maldivas. Sol, mar, privacidad y todo el lujo que acompaña a quienes navegan lejos de la costa.

Después harán estancia en Bidart, en la costa vascofrancesa. Otro punto de encuentro de familias adineradas y viejas fortunas europeas. Lo más curioso es que lo hacen sin ocultarse, aunque con cierta estrategia: viajes breves, pocas fotos, pero con gestos que hablan por sí solos.
Si este viaje está financiado con el dinero de Iñaki, no se sabe. Lo único seguro es que Ainhoa Armentia ya no tiene vacaciones de clase media. Ha dejado atrás el chiringuito, la sombrilla y la tumbona. Ahora viaja con capitán, cubierta privada y vinos caros.