"Hoy me ha pasado una cosa mágica, y os lo querría explicar". Así empieza la historia de un tipógrafo de San Francisco, California, que quedó boquiabierto al conocer el Museo de la Técnica de Figueres. Marcin Wichary no pudo evitar compartir sus sentimientos en Twitter, y la historia ya ha sido retuiteada miles a veces. Según explica, Wichary estaba viajando desde Barcelona hacia los pirineos, pero un amigo le recomendó que se detuviera en Figueres para ver el Museu Dalí. "No sé si me interesa mucho Dalí, pero ¿por qué no?", pensó. Pero se dio cuenta de que había hecho la reserva para el día siguiente. Por eso aparcó delante del museo, y se puso a andar. En una de las calles de la ciudad, Wichary vio un cartel donde se anunciaba el Museu de la Tècnica.

No tenía internet (otra chapuza, dice: no tenía la tarjeta SIM correcta) y por lo tanto Google Maps no le funcionaba, pero optó por llegar "a la antigua manera". Es decir, siguiendo los carteles. "Caminé y caminé", explica, "hasta que los carteles que indicaban el museo se acabaron". "Pensé que quizás el museo había cerrado", continúa, "pero seguí andando hasta que lo acabé encontrando". "La entrada era tan pequeña que era fácil no verla, pero estuve de suerte que quedaba justo en mi camino", añade. "Iba sin ninguna expectativa, pero los museos pequeños son impresionantes", dice Wichary. "Literalmente, lo primero que me dio la bienvenida fue una máquina de escribir Bar Lock preciosa, con una cubierta maravillosa", sigue explicando el norteamericano.

"¡Y se podía tocar! Lo hice... ¡estaba escribiendo con una Bar-Lock! Sólo por eso ya había valido la pena", dice. El tipógrafo se muestra sorprendido, también, por el precio de la entrada (sólo tres euros) y por el hecho de que no haya ninguna hucha donde hacer una donación. "El hombre mayor que me atendió no hablaba inglés, y yo no hablo castellano", sigue el relato. "Entendí que me decía que no me olvidara del segundo piso. Estaba lleno de relojes antiguos y máquinas de coser. Está muy bien, pero pasé rápidamente. Entonces vi unas escalerass que iban todavía más arriba", dice. "Mientras subía vi algunos pósteres de máquinas de escribir, pero no los hice demsiado caso", explica el tipógrafo de los instantes antes de hacer el gran descubrimiento.

... y llegó el milagro

"Hasta que de repente... de repente vi eso. Cinco salas llenas de centenares de máquinas de escribir", explica. "Nunca he visto tantas máquinas de escribir bajo un mismo techo. Literalmente, me saltaban las lágrimas. No lo digo en broma. Creo que es como un milagro", explica emocionado. "No sabía ni qué hacer, de tantas cosas como hay", asegura. "Con el rato me fui recuperando, y me puse a escribir con la primera Sholes and Glidden, del mil ochocientos-vete-a-saber-cuando! ¡Es de cuando empezó el sistema QWERTY, y estaba escribiendo en ella!", dice el tipógrafo, todavía haciéndose cruces.

El relato continúa con los detalles de las piezas que más le llamaron la atención. Máquinas de índice, una máquina dual Imperial "de la que hablo en mis conferencias y que pensaba que nunca podría ver en persona", o una máquina para escribir música.

"Y era todo para mí. Estaba solo. Era como un sueño. Y no en sentido figurado: he tenido sueños como este, encontrando un lugar impresionante que no sabía que existía". "Vino una señora que me intentó explicar alguna cosa, pero yo sólo entendía 'comprende'. Lo encajé con una sonrisa y asintiendo", explica. "Pero de golpe entendí que no me estaba intentando explicar nada, sino que tenía que salir porque el museo estaba cerrado". Con el folletón que le dieron al salir, el hombre entendió que había tenido mucho de suerte de encontrar las instalaciones abiertas.

Eco internacional

Las reacciones en la red no se han hecho esperar. Los mensajes han dado la vuelta al mundo y han recibido la respuesta de centenares de usuarios de la red social que, como Wichary, se muestran impresionados por el contenido de este pequeño museo figuerense. De hecho, los mismos responsables del Museo, la familia Padrosa, contestaron los tuits agradeciéndole las palabras y mostrando su predisposición para mostrarle de nuevo la colección, y explicarle, esta vez sí, en inglés.