El candidato de ERC al Congreso, Gabriel Rufián (Santa Coloma, 1982), va cambiando sin problemas del catalán al castellano a lo largo de toda la entrevista. Sin pensar ni darle ninguna importancia. Y con esta naturalidad –la misma con la que, como explica, ha crecido en Santa Coloma o ahora vive en Sabadell–, se ha convertido en una de las novedades de la campaña: el cabeza de lista de ERC, un auténtico desconocido apenas unos meses atrás, que hace bandera de la defensa del independentismo en castellano.

De dónde sale Gabriel Rufián, ha aparecido casi de sopetón... La verdad es que no hay misterio. Como tantos otros estudié en la Universidad y trabajaba de todo para pagarme los estudios. Después de un máster entré en una empresa como becario y allí estuve nueve años trabajando. Llegó un momento en el que era incompatible la actividad en la empresa privada con la actividad más pública. Principalmente después de entrar en la ANC en la que la exposición mediática era mucho mayor. Tuve que decidir y opté por dedicarme de una forma más intensa y exclusiva a este mundo.

¿Y la vinculación con ERC? Desde los inicios de Súmate tuvimos contactos con todos los partidos del procés. Era inevitable, compartíamos actos, encuentros, charlas... Soy de izquierdas. La afinidad ya estaba. Nosotros en Súmate empezábamos a interpelar a los partidos para decir que intentábamos hacer independentismo en castellano, que quizás podía llegar hasta donde todavía no se había llegado. También porque había formaciones como Ciutadans que usaban la lengua como una especie de arma arrojadiza. Queríamos explicar que eso no iba de orígenes o de lengua, sino de tener un país de todos y para todos.

Parece que desde que usted apareció algunos se han dedicado a rascar en su pasado a ver qué encontraban... A mí me consta... No hay misterio. No encuentro tan extraño que gente como yo que venimos de hacer política en la calle, en un momento determinado podamos dar este paso adelante. No hago nada que no haya hecho toda mi vida. Yo vengo de una tradición de izquierdas muy determinada, es lo que he vivido en mi casa. Quizás no es tan habitual que alguien como yo, que no tengo militancia previa, historia pública previa, tenga esta oportunidad entre comillas, pero no me lo tomo como un tema personal. Es una victoria de todo este proceso el hecho de que personas que vienen de la calle lleguen a según qué lugares.

Pero ha inquietado en algunos ámbitos que alguien que hace bandera de que es castellanohablante esté defendiendo el independentismo... Sectores del unionismo más reaccionario... El independentismo en castellano refleja un poco su derrota. Ellos continuamente están intentando vender un relato de que aquí la gente está enfrentada por el idioma, que el castellano está perseguido. Si hacemos 30 segundos de discurso independentista en castellano te cargas todo este relato tramposo. Por eso están un poco más nerviosos de la cuenta. Ha pasado desde el primer momento. En Súmate lo tenemos muy interiorizado que habrá gente que estará continuamente atacando. Pero es una buena noticia si están tan nerviosos es porque incidimos en sus mentiras.

_MG_3516(3)

¿Cuál es, pues, la cualidad de Gabriel Rufián para ser cabeza de lista? No es tanto un tema personal. ¿Cualidad? Quizás el hecho de intentar interpelar a gente que quizás hasta ahora no se había sentido interpelada, intentar llegar a gente a la que quizás no se había llegado, intentar reflejar que este proceso no va de un barrio, un político o un partido determinado, sino de un montón de gente que son hijos y nietos de aquellos que llegaron a este país hace tanto tiempo y quizás pensaban que este proceso no iba con ellos. Quizás porque se hacía en un determinado idioma.

¿Hasta ahora el independentismo en general no había intentado abrirse más? Sí y no. Este país ha cambiado muchísimo. Hemos hecho cosas que parecían imposibles. Hablar en la Diada en castellano parecía imposible. Y ha pasado. Hacer esta revolución parecía imposible y se está haciendo, a la catalana, sin romper una sola papelera. Al final, repito, yo que vengo del Fondo de Santa Coloma de toda la vida he oído hablar catalán, castellano y un montón de lenguas, e incluso a la misma persona en pocas horas. Es el país que tenemos. Es importante hacerlo porque tenemos una maquinaria mediática de poder enorme encima que dice que eso va de una lengua determinada y una clase determinada. Y no. Eso va de todo el mundo.

Conoció a Oriol Junqueres, hace un año, en su casa... Teníamos amigos en común. Hicimos una comida en su casa. Yo iba con un poco de respeto, no sé si la palabra es miedo, un poco de respeto por el personaje. Con muy pocas ganas de hablar. Y lo primero que me preguntó fue: tú que opinas. Y tuve que hablar y él escuchaba. Me pareció que eso era un poco especial. No me lo esperaba. También me pasó con Toni Comín. Escuchaba.

¿Y qué le explicó? Que había muchísimo trabajo por hacer. Le expliqué el trabajo que habíamos hecho en Súmate, que conocía perfectamente. Y que se podía hacer mucho más. Se tenía que ir a donde no se había ido tanto y hablar con quien no se había hablado. Hubo una buena sintonía.

Ha ido por tertulias de medios españoles. ¿Qué le dicen? ¡Tampoco tanto! Lo que sí he estado es en platós un poco especiales. No entienden nada. Porque no quieren entender. Su percepción es que eres uno de los suyos y qué haces allí. Tienen un estereotipo de independentismo muy determinado. No sólo del independentismo. De prácticamente todo. Estamos hablando de cadenas que pertenecen a una derecha muy reaccionaria. Cuando ven que eres un tipo normal que no grita ni insulta ni pueden sacarte de quicio lo llevan peor. No es mérito mío, es demérito de ellos. Se enfadan mucho.

_MG_3558(2)

¿Tiene familia en Andalucía? Sí.

¿Y qué piensan? Yo vengo de una tradición de izquierdas que está a favor del derecho de autodeterminación de los pueblos. Y lo tengo más fácil. Pero también tengo familia que lo ve no tan claro pero al final respetan mucho. No tenemos discusiones por este tema ni mucho menos.

En la comida de Navidad hablan sin problemas... ¡Y tanto! Este verano vino familia almeriense que son votantes de Ciutadans. Hablamos con absoluta normalidad. No hay ningún problema.

Se ha echado de menos una cierta respuesta de esta izquierda española siempre dispuesta a movilizarse por todo, pero con el proceso no ha dicho nada... Sí. Me parece dramático, un enorme acto de hipocresía. Lo digo con pesar, aquellos que hace unos años, como la Tuerka, parecía que podían ser una noticia han acabado quedando como revolucionarios muy extraños, que regalan el DVD de Juego de Tronos al Rey y en cambio aquí dicen que esto va de apellidos. Les vamos a demostrar que esto se puede ganar.

¿Había tenido simpatía por Podemos? No simpatía. Los seguía. Iglesias, Errejón, Monedero, Cotarelo... los seguía y me parecía una muy buena noticia para el Estado. ¿Simpatía? No me consideraba próximo a Podemos más que nada porque aquí ya había una mayoría configurada a favor del proceso de autodeterminación. Yo veía gente que estaba a favor de este proceso y después han dado un viraje. Los que han cambiado han sido ellos no nosotros.

¿Le han decepcionado? Como a tantos otros. Al final desde la cúpula de Podem y CSQP dicen “no se puede”. Nosotros con toda la humildad interpelamos a las bases de estas formaciones para decirles que el cambio, la revolución, la regeneración, es aquí y ahora y se llama proceso de autodeterminación.

En Súmate tiene como compañero a Antonio Baños. ¿Qué le parece como están yendo las conversaciones con la CUP para el nuevo gobierno? La noticia sería que fuera fácil. En aquella mesa con políticos tan diferentes como el señor Artur Mas y Antonio Baños, sería noticia que se pusieran de acuerdo inmediatamente. Estamos hablando de una negociación extraordinaria, que requiere paciencia, generosidad, pragmatismo pero también menos ruido. Forma parte de la normalidad que no se pongan de acuerdo. Un poco de paciencia porque se hará seguro.

¿Habla de la negociación con Baños? Yo personalmente con él hablo de todo, menos de eso. Por un tema de amistad. Bastante trabajo tiene y bastantes preguntas tiene encima para que yo también lo llame.

¿Por lo tanto, Mas será presidente? Y tanto. Yo que estoy en las antípodas ideológicas de Convergència y de lo que representa Artur Mas, entiendo que un país se gana con todo el mundo, si no, no se gana. Quien diga que se puede ganar el país sin lo que representa Artur Mas desconoce lo que tiene delante o no quiere ganar nada. Necesitamos a todo el mundo y el candidato inequívoco de JxSí a la presidencia es Artur Mas y ganó las elecciones, ¿no?

Uno de sus rivales de campaña es CDC, dentro de Democràcia i Llibertat, que es uno de los socios de ERC en el Parlament. ¿Complica la campaña eso? No, porque para nosotros no es una confrontación ni es un rival. Venimos de una coalición electoral de hace muy poco con Convergència. Entendemos que vamos a lo mismo en estas elecciones, la defensa del voto de la gente y la república catalana, y como todos los independentistas les deseamos lo mejor. Porque les necesitamos fuertes también. Ahora bien, sí que esperamos que a nosotros nos vaya un poco mejor...

¿Viendo cómo funciona la campaña cree que ha sido realmente un acierto ir en listas separadas? JxSí tenía el objetivo de ganar, como nunca, el plebiscito que no nos dejaron hacer de manera democrática y normal. Ahora estamos en otro escenario, intentar defender aquel resultado. El hecho que CDC, o DiL, y ERC desde sus espacios ideológicos tan diferentes defiendan lo mismo, es también una manera de ir juntos. No lo percibo como debilitamiento, sino como fortaleza de este proceso, como victoria.

¿Y qué harán en Madrid? Lo mismo que hacemos en Bruselas. Defender las instituciones y el voto de la gente. Ocupar un espacio de poder enorme que es el Congreso de los diputados. Podemos no ir, pero si no vamos, estamos regalando el relato de lo que aquí pasa a Albert Rivera, por ejemplo, que sólo le falta salir a un programa de cocina. Gente con intenciones democráticas muy extrañas.

¿Y si en cuatro años no se ha conseguido cerrar el proceso de independencia? No contemplamos este escenario. No hay plan B. Tenemos que hacer lo que siempre hemos hecho, respetar los acuerdos firmados, la hoja de ruta. No estaremos ni un día más de los 18 meses que marca la hoja de ruta y, cuando se proclame la independencia de Catalunya marcharse, porque ya habremos hecho nuestro trabajo. Esta imagen de los diputados independentistas marchándose es muy potente. Podemos llegar a muchos lugares donde hasta ahora no hemos llegado con esta imagen.

¿Se marcharán pase lo que pase? Entendemos que ya somos un Estado diferente al Estado español. Eso es lo que vamos a defender. Eso comporta, cuando se proclame la independencia de Catalunya, marcharse de un Congreso que no es el nuestro.

¿Y si en 18 meses no se ha proclamado? Lo que haremos será respetar al Parlamento. Todo el mundo quiere que se haga de la mejor manera posible en los tiempos que tenemos, 18 meses, no estaremos ni un día más. Si es menos, mejor. Si es más, peor. Pero no estaremos ni un día más.

¿Han dicho que no formaran parte de una ponencia para reformar la Constitución? Es ciencia-ficción política de la buena. Estamos delante de un escenario electoral dramático, donde gana PP, o si no Partido Socialista o Ciutadans. Tres partidos que se parecen mucho porque son más de derechas que otra cosa. Son los primeros que hablan de golpe de estado a lo que aquí pasa, o amenaza y desafío. Con esta gente no se puede negociar nada. Los radicales no somos nosotros son ellos. Y además hablan de una constitución sagrada que ellos cambian en una noche porque les llama según quien. No hay nada que negociar. La única posibilidad que tendría de negociar alguna cosa sería que David Cameron se presentara a las elecciones en España, pero creo que no lo hace...

La campaña ha sacado a la luz todo tipo de Operaciones: Menina, salvar al soldado Sánchez... Me recuerda un poco cuándo eres pequeño y no te gusta una comida, tu madre te lo vuelve a poner otra vez por la noche con otro plato. Que sea Soraya, Rajoy o Sánchez es lo mismo. Los únicos que lo podrían entender, Garzón o IU, son absolutamente residuales, minoritarios. Delante de este escenario lo que tenemos que hacer es dejar de hablar de según quién, y según qué operaciones extrañas, y empezar a obedecer lo que tenemos aquí.

Fotos: Sergi Alcàzar