Las nuevas tecnologías han provocado cambios evidentes en nuestra forma de relacionarnos y comunicarnos. Este seísmo tecnológico-social ha originado la aparición de nuevas formas de interpretar nuestro modelo de vida como, por ejemplo, nuestra faceta laboral. Para algunas empresas, especialmente startups, las posibilidades tecnológicas han derivado en el teletrabajo, es decir, el trabajo realizado desde casa y, por tanto, a distancia de la empresa. Se trata de un modelo cada vez más extendido en los últimos años y que resulta muy cuestionado al tratarse de una idea rupturista respecto al modelo de trabajo tradicional.

Una de las grandes compañías que se ha apuntado al teletrabajo ha sido Orange España, que durante el próximo mes comenzará a implantar su nuevo Plan de Trabajo Flexible para que más de 3.000 trabajadores dispongan de un día a la semana para trabajar a distancia sin tener que acudir presencialmente a su puesto. Esta propuesta no se aplicará con aquellos trabajadores que son imprescindibles en su lugar de trabajo como, por ejemplo, el personal de tienda o aquellos que necesitan de material solo accesible en su centro laboral.  Por otro lado, la sede central de Toyota envió el pasado verano a 25.000 de sus 75.000 trabajadores a trabajar desde casa.

Sin embargo, otra importante firma como IBM, una de las primeras en funcionar a través del teletrabajo desde hace más de 30 años, ha decidido que el equipo que trabajaba a distancia debe regresar a la oficina de forma permanente. Este movimiento brusco, explican desde Quartz, se debe a un cambio en la dirección del departamento de marketing que apuesta por el contacto social, la discusión de ideas y argumentos, así como la colaboración y el trabajo en equipo directo e inmediato. Por tanto, el equipo que hasta ahora operaba a distancia ha sido instado a trabajar en cualquiera de las oficinas de IBM en Estados Unidos. En 2009, el 40% de la plantilla global funcionaba a través del teletrabajo, lo que permitió que la compañía ahorrara más de 100 millones de dólares anuales al reducir el espacio de sus oficinas en 23 millones de metros cuadrados.

Reuters/Nir Elias

Los peligros del teletrabajo

Aunque diversos estudios destacan que el teletrabajo mejora el rendimiento y la productividad, supone un ahorro de costes por cada trabajador y reduce las distracciones, lo cierto es que la mayoría de empresas no aplican este modelo. Las compañías siguen apostando por el trabajo presencial y el trabajo de los equipos codo con codo, siendo de vital importancia que los espacios para trabajar estén bien adecuados.

Desde la Universitat Oberta de Catalunya (UOC) destacan, precisamente, que aquellos que trabajan a distancia deben tener una instalaciones preparadas para el correcto funcionamiento de su teletrabajo. Es un problema que alguien trabaje desde casa en un espacio mal adecuado y, al tratarse de una propiedad privada, ningún alto cargo puede verificar que esas condiciones sean seguras e idóneas. También hablan de los peligros psicosociales derivados de una falta de apoyo por parte de los compañeros. El teletrabajo implica una soledad en la que las relaciones humanas se ven completamente reducidas a simples intercambios de mensajes y correos electrónicos, con lo que se dificulta enormemente la complicidad que se establece físicamente. Esto deriva también en una falta de relación con los cargos superiores que puede generar desconfianzas y dificultades para aspirar a puestos de mayor responsabilidad.

Por otra parte, el teletrabajo puede comportar un problema a la hora de diferenciar la vida laboral de la vida personal. Al realizar las tareas desde casa y funcionar en base a objetivos, los horarios pueden variar al mezclarse una faceta con la otra. Dentro de esa posible dificultad, existe el riesgo de pasar largos periodos dentro de casa si se alternan durante las horas la ejecución del teletrabajo con el resto de tareas del hogar.