Desde el inicio de la pandemia, entre las restricciones, el trabajo en casa y las cuarentenas, el sedentarismo cada vez tiene más presencia en nuestras vidas. Esto tiene consecuencias en muchos ámbitos de nuestra vida, incluido un mayor riesgo de desarrollar síntomas de depresión. Según un estudio de un equipo de expertos de la Universidad de Iowa, la actividad física y los comportamientos sedentarios están relacionados con la salud mental, e influyen en la forma en que las personas piensan, sienten y perciben el mundo.

Los investigadores realizaron encuestas a más de 3.000 personas durante los meses de la pandemia. Los participantes tenían que informar cuánto tiempo pasaron haciendo actividades, como sentarse, mirar pantallas y hacer ejercicio, y cómo se compararon esos comportamientos con los tiempos previos a la pandemia. Usando escalas clínicas estándar, también indicaron cambios en su bienestar mental, reflejando sus síntomas de depresión, ansiedad o estrés.

“Sabemos que cuando cambia la actividad física y el tiempo frente a la pantalla de las personas, hay implicaciones en la salud mental en general, pero realmente no hemos visto grandes datos de población como este en respuesta a un cambio abrupto como el que ha supuesto la pandemia”, aseguran los investigadores. Los datos de la encuesta mostraron que los participantes que cumplían con las pautas de actividad física de la OMS antes de la crisis sanitaria redujeron su actividad física en un 32% de media, poco después de las restricciones relacionadas con el covid-19 entró en vigor. Los mismos participantes informaron sentirse más deprimidos, ansiosos y solos.

Joven trabaja en el sofá

En una segunda parte del estudio, los expertos encontraron que las personas que practicaron menos ejercicio y llevaron una vida más sedentaria mantuvieron los síntomas depresivos que les produjo la llegada de la pandemia que los que se mantuvieron más activas.

Los expertos reconocen que es muy difícil comenzar en la situación actual a llevar una vida físicamente activa, porque cuesta desarrollar nuevos hábitos. Pero en este caso, aunque solo sea un poco de ejercicio, puede producir una mejora medible en el estado de ánimo y salud mental de la personas, por lo que se debería hacer un esfuerzo para incorporarlo.

Es importante recordar que la OMS recomienda hacer entre 150 y 300 minutos semanales de actividad física en adultos de 18 a 64 años, incluidas las personas con afecciones crónicas o discapacidad. En el caso de los niños y adolescentes (de 5 a 17 años), se aconseja como mínimo 60 minutos diarios de actividad física de intensidad moderada a vigorosa, aunque también se subraya que si se dedica más tiempo de este al ejercicio los beneficios para la salud serán mayores.