Parece ser que, según cómo, para hablar en catalán en Catalunya tienes que pedir permiso o perdón. Y que si denuncias una vejación en este sentido, encima eres una intolerante, como poco. Que el catalán es una lengua minorizada no lo descubriremos ahora en este artículo y ya han hablado de sobras otras personas con mucho más conocimiento que yo. Sin ir más lejos, la lingüista Carme Junyent, que acaba de ser distinguida con la Creu de Sant Jordi, explica que en los últimos veinte años ha empeorado la situación más de lo que ella creía. "Si los catalanes queremos que la lengua sobreviva, la tenemos que hablar siempre que podamos", sentencia. Aquellos que no respetan la diversidad lingüística tienen la sensación, sino la certeza (la de ellos), que bastante magnánimos ya son dejándonos expresar en una lengua, según ellos, menor y que todavía gracias.

Hace algo más de un año yo misma fui víctima, verbalmente, de una humillación de estas inverosímiles y de la cual hasta que no colgué el teléfono no fui del todo consciente. Ved todos los detalles en el artículo donde hablaba de ello aquí, así sabréis cómo fue la cosa. Ante la gravedad de los hechos, y aconsejada por la Plataforma per la Lengua (gran tarea la suya), denuncié el caso. No os penséis que es agradable que alguien te maltrate así gratuitamente y todavía menos tener que vivir todo el trámite posterior de la denuncia y la burocracia que supone, pero es que si callamos ante las agresiones, todavía estaremos más desamparados. Por dignidad personal y colectiva, pues, salí adelante con la denuncia, sin saber si llegaría a algún puerto pero con la conciencia tranquila de que era lo que tenía que hacer.

Hay que decir que no es que yo pidiera que se me dirigieran en catalán, que podría haberlo hecho, pero respeto que alguien no lo sepa y cambio de idioma si no me entienden y me lo piden con educación, sino que directamente fui insultada por el simple hecho de hablar en mi lengua. La cosa cambia, chicos. Un señor, para llamarle de alguna manera, responsable de una inmobiliaria, se negó a atenderme tratándome de "mala puta catalana" para arriba e impidiendo que una trabajadora suya, que sí que hablaba el catalán, me atendiera. Si a alguien lo tratan así sólo por hablar catalán en Catalunya, ¡ya me explicaréis! Probablemente, nunca denunciaría sólo porque me hablan en castellano, pero sí que lo hago si me insultan y me maltratan verbalmente por hablar yo mi lengua y más si encima, por este hecho, me niegan el servicio por el cual llamaba.

No es que yo pidiera que se me dirigieran en catalán, que podría haberlo hecho, sino que directamente fui insultada por el simple hecho de hablar en mi lengua

De resultas de todo, ahora la Generalitat ha sancionado con 1.600€ a la empresa Barcelona Selecta, que además ha reconocido los hechos. No sanciona, sin embargo, los insultos ni el trato vejatorio sufridos (ved los detalles en el artículo que os he enlazado) sino la negativa a atender a una cliente que se dirigió en una de las lenguas oficiales. Sin embargo, para mí es igual de grave, o más, la vejación personal que la lingüística, aunque supongo que no es el ámbito de trabajo de la Direcció General de Comerç, que es la que en última instancia ha sancionado.

Puede imaginar la oleada de troles que estos días me están atacando por redes sociales a raíz de esta circunstancia. ¡Ey! troles y personas de carne y hueso, que se ve que les pica y se aburren. ¡Pues que se rasquen! Es un hecho que me pasó a mí, que tengo una profesión más o menos conocida y quizás por eso ha tenido más revuelo, pero habría podido pasarle a cualquiera. Conmigo, no obstante, mira que lo siento, tocaron hueso y decidí no callar. Os animo a hacer lo mismo si os encontráis en casos similares, ¡que ojalá que no! Luchar sirve y toda injusticia tiene que ser combatida con firmeza.

Por cierto, y para acabar, en varios lugares he visto que para explicar la noticia se referían a mí como cantautora y a exjefa de gabinete de la exconsellera Laura Borràs. Si queréis es un detalle menor, pero tengo que decir que me parece un dato gratuito. Sí, claro está que fue un cargo que tuve y del cual me siento orgullosa, pero no lo considero relevante para la noticia. Por la misma regla de tres podría decirse que soy exportavoz de la plataforma en defensa del Ebro, extertuliana de la Terribas o ex-alguna otra cosa. Hay que a decir, simplemente para que conste en acta, que cuando denuncié los hechos no era jefa de gabinete de Cultura (¡y faltaban dos meses para que se me nombrara!) y que ahora que ha salido la resolución ya ni siquiera lo soy (desde hace cuatro meses). Nada, que una es lo que es y lo que hace te define, y tanto, pero eso último va y viene, sin más.

Acabo con un comentario en Twitter del compañero de la Catalunya Nord Aleix Renyé, que por suerte no todo son miserias en redes: "La mejor manera de hacer saber a alguien que no lo consideras un ciudadano de pleno derecho en el país es no hablarle catalán". Como diría él, vualà.