El miércoles, cuando la ANC y Òmnium habían desconvocado a la gente delante de la conselleria, todos los líderes se marcharon, menos Antoni Castellà, de Demòcrates, que despidió al escolta que le insistía en volver a casa, y se quedó a proteger a los chavales de 20 años que se habían quedado porque no podían dejar salir a la policía de la conselleria hasta que no liberaran a los cargos secuestrados por el Estado. Volviendo, en un whatsapp, me decía: "es que no sé con quién desahogarme". No es verdad que la violencia sea el último recurso, el último recurso es la resistencia pacífica. Quien retrocede pone en peligro a todos los otros. La historia del país es la historia de este cálculo: si retrocedes, si folkclorizas, si piensas en controlar las protestas es que no confías en ello y estás abierto a negociar con tu dignidad. Las frases, entonces, no significan nada.

Es comprensible que, cuando los nuestros salieron del calabozo, quisiéramos protegerlos; y gracias por los servicios prestados. Pero deshacer la Sindicatura Electoral es exactamente lo contrario de lo que necesitamos. El jueves por la noche, me llamaron de la BBC para hacerme una entrevista en directo. La redactora que me llamó para preparar la entrevista insistía: quería hablar de las multas a los síndicos, y yo le decía "hay cosas más importantes". Y ella que no. Iba repitiendo: "¡12.000 euros diarios!" No ha sido hasta después de la entrevista que he entendido que este tipo de presión in crescendo es sobre todo una presión para Rajoy. Es la destrucción del sistema de leyes y valores que rigen Occidente, a 12.000 euros diarios por barba. Cada céntimo de euro es un milímetro más que España y su técnica macarra de mantener la población bajo control se alejan de Catalunya. Y es la demostración de que las instituciones catalanas están para proteger nuestros derechos hasta las últimas consecuencias o no son nada. Retirar a los síndicos y poner agentes internacionales es una jugada astuta, propia del autonomismo, que viene a solucionar el pecado de origen: la comisión internacional tenía que ser de entrada garante. Ahora, corrigiéndolo, operamos a partir del marco represivo, y no de la afirmación de la justicia.

Desde hace unos días, Rufián y Puigdemont están pronunciando un discurso que dice que eso ya no va de independencia sino de democracia. Otro marco propio de la dialéctica española que alimenta las ansias de Podem de españolizar el conflicto, con el fin de diluir el componente territorial, que es la clave de bóveda. La democracia española es decadente y está carcomida hasta el fondo justamente porque se niega a reconocer la evidencia: Catalunya existe y es poderosa. Se han creído su propia propaganda, la que dice que somos una provincia de gente sin dignidad a quien se puede comprar o asustar según convenga. Esta propaganda ha sido alimentada por los políticos y los periodistas catalanes que llevan décadas diciéndoles que nuestro país es débil, por la inmigración, por el carácter fenicio de los catalanes, o porque somos gente pactista y no nos gusta gritar. Y es lo que ha permitido a los más cínicos del país explotar todas las inseguridades y el discurso etnicista y todavía ser celebrados como héroes. Eso va de democracia porque va de la independencia.

La democracia española es decadente y está carcomida hasta el fondo justamente porque se niega a reconocer la evidencia: Catalunya existe y es poderosa

Deshacernos del marco colonial español quiere decir entender que la libertad surge de afirmar tus derechos, no de reaccionar a las agresiones de los otros diciéndoles que son incompatibles con su noción de democracia. Es inmoral pedir a los españoles que solucionen tus problemas. Tus problemas son tu responsabilidad, y la suya es decidir si quieren continuar por este pendiente hacia la nada, o tener bastante amor propio para aceptar que la única lealtad exigible es la que proviene del libre albedrío. Si quieren sumisiones que se las confiten, y busquen responsables entre sus líderes.

Ayer se hicieron públicos unos anuncios electorales de ERC, PDeCAT y del entorno de la CUP (la gente de República des de Baix: guanyem Badalona, Compromís de Ripollet, Compromís per Cerdanyola, etc). ERC impulsa el marco "Rajoy o República", los del PDeCAT parecen más interesados en ajustar las cuentas con los otros independentistas, como si fuéramos a elecciones, y la CUP ponía en primer plano a los corruptos españoles y catalanes con el lema "votaré por ti". Son los tres lamentables. El problema de Catalunya no es España ni Rajoy. El problema de Catalunya es Catalunya. Es la incapacidad para hacerse cargo del poder y de las consecuencias que tiene querer ser libre e igual en el mundo. Contra Rajoy hay muchas otras posibilidades, empezando por votar Podemos. Con este mensaje, ERC está diciendo al electorado que está abierto a negociar, porque el problema es España y España necesita cambiar de gobierno. Que está dispuesto a hacer cálculos con su dignidad. La gente no es tonta y ya ve que tratas de alimentar su tirria a Rajoy para llevarlos a las urnas. Se nota la glotonería con el votante de En Comú, en vez del compromiso con las propias ideas. No funcionará y perderemos hasta la camisa. Aparte, es faltar al respeto a los españoles que tienen todo el derecho de votar a Rajoy y preferir su corrupción a otras formas de gobierno, justamente porque priorizan la visión histórica de España que el conservadurismo español propone, a la cosa cínica y vacía de contenido de los socialistas y a la democracia populista de Podemos. Y están dispuestos a pagar el precio. Del mensaje del PDeCAT ni hablo porque me parece un conjunto de razones para justificar toda derrota e ir a elecciones. Pero el mensaje de ERC y de República des de Baix deja a los catalanes desprotegidos, no les da las herramientas para resistir lo que tiene que venir, que será largo y difícil, y pedirá de mucha resistencia psicológica. Los deja en manos de la demagogia de Podem, y lo hace por complejo de inferioridad. Y renuncia a poner las bases del discurso que necesitamos para conseguir la libertad.

La clave de bóveda es la libertad de Catalunya, que es lo que España ha tenido claro siempre que tenía que reducir si quería mantenerse en el poder

Si alguna cosa demuestra el referéndum es que cuando te concentras en el punto importante, siempre acabas ganando. La clave de bóveda es la libertad de Catalunya, que es lo que España ha tenido claro siempre que tenía que reducir si quería mantenerse en el poder. Si queréis que la gente vaya a votar, dejadles clarísimo que obedeceréis su mandato hasta las últimas consecuencias, que sabemos cómo hacerlo y lo haremos, y que lo hacemos por las razones que consideramos correctas. Que si te quieren frenar salgan a votar o se pongan el tricornio.

Claro, está la represión del Estado, pero ya tenéis otros artículos que os lo explican, y además, es una violencia autoinflingida. Todas las represiones ponen más presión en el Estado que al derecho de autodeterminación. De hecho, lo refuerzan. Hoy, la única salida digna y razonable es abrir los colegios, ir a votar, y aplicar el resultado que salga, vote quien vote.

Estos días hasta el 1 de octubre son el resumen perfecto de la historia del país. Cualquier catalán puede coger la historia de su familia y conectarla con el momento presente, y entenderla mejor. El loco es el lúcido y el poderoso el cobarde. Desde el pánfilo que todo lo arregla siendo pasivo-agresivo hasta lo que se hace lo importante para no tener que dar explicaciones, la nueva luz todo lo enfoca. Escoge la migración, el exilio, la muerte; escoge la supervivencia, el trabajo, o la manera estéril de hacerse el simpático para evitar todo conflicto. Escoge el hedonismo vacío de intención o el puritanismo que tiene miedo de la alegría. Los gritos sinceros y los impostados que estamos escuchando en las calles llenan también todos los silencios de las sobremesas. Reavivan la memoria reprimida.

El marco mental español, con todos sus límites y violencias implícitas, se está haciendo presente como la pared pintada de cielo del Show de Truman. En la película, si lo recuerdan, al final había una puerta y sólo había que querer cruzarla para salir de la ficción.