El conflicto España-Catalunya o viceversa ha sido siempre un invento español que tiene dos vertientes, la batalla pura y dura del poder central para evitar el desplazamiento de los centros de decisión hacia la periferia y la convencional disputa del poder entre la derecha y la izquierda. Ahora mismo, PP y Ciudadanos lo acaban de poner de manifiesto precisando que el grito del "a por ellos" significa en realidad "a por él", dirigido obviamente al presidente socialista Pedro Sánchez. Se utiliza el pretexto catalán para recuperar el poder con la conocida por reiterada estrategia del "acoso y derribo".

PP, Ciudadanos y Vox se inspiran en las estrategias político-mediáticas del ultraderechista Steve Bannon para Donald Trump. Han copiado, por ejemplo, el término "felón" referido al presidente Sánchez, que utilizaron sistemáticamente los estrategas de Trump contra Hillary Clinton en la campaña de 2016. El grito más unánime en la convención republicana que proclamó a Trump candidato a la presidencia fue "¡Hillary, a la cárcel!". Clinton no ha sido encarcelada como prometió Trump pero el objetivo político se cumplió a satisfacción. Así que no tardarán mucho los caudillos de la derecha española en pedir también cárcel para el presidente Sánchez, seguramente Soto del Real para que esté en compañía de sus “aliados”.

Ahora, la derecha española se ha agarrado a esta cosa del relator para acusar a Sánchez de traidor a la patria, cuando todos los gobiernos españoles anteriores no tuvieron tantas manías para negociar con los pistoleros de ETA. Lo hizo Adolfo Suárez, también Felipe González con las conversaciones de Argel, muy específicamente Aznar reconociendo públicamente la banda terrorista como el Movimiento de Liberación Nacional Vasco, y después José Luis Rodríguez Zapatero y Alfredo Pérez Rubalcaba.

PP y Ciudadanos copian descaradamente la estrategia agitadora y deslegitimadora que utilizó Donald Trump contra Hillary Clinton al grito de "a la cárcel"

La campaña actual de PP y Cs con la convocatoria de la manifestación del domingo es puro histrionismo político, que tiene una evidente clave electoral, porque la derecha española no dispone de ningún otro argumento ni proyecto político para convencer a los españoles que no sea deslegitimar a sus adversarios como antiespañoles. En el caso del PP, además, le permite tapar toda la corrupción que va apareciendo allí donde ha gobernado mucho o poco. En este sentido, el conflicto catalán se ha convertido, políticamente hablando, en su modus vivendi.

Hay que recordar que, a lo largo de la historia y también desde la Transición, la derecha española ha perdido sistemáticamente el poder cuando Catalunya se ha movilizado en contra. No hace falta remitirse a los periodos republicanos. Aritméticamente, el PP solía superar en escaños al PSOE en toda España salvo en Catalunya, donde el PSC, triplicando los escaños del PP, completaba la mayoría socialista en el cómputo global y le otorgaba el Gobierno. Esta y no otra fue la razón por la que Aznar primero y Rajoy después decidieron provocar el conflicto con Catalunya con la intención de dinamitar el consenso territorial de los socialistas, que pese a su fragilidad le proporcionaba mayorías. La prueba es que desde que el pleito catalán se ha convertido en el principal asunto político español, los socialistas no levantan cabeza, y cuando la derecha se ha derrumbado por su corrupción generalizada, los socialistas han recuperado el poder de una manera insólita y precaria, pero gracias al imprescindible apoyo de los diputados catalanes.

La derecha, pues, ataca siempre por el mismo flanco. La cuestión es ¿por qué el pleito catalán es un punto débil para la izquierda española? Pues porque, en buena parte, está abducida por el discurso nacionalista y falsamente patriótico de sus adversarios, pero sobre todo porque el PSOE está infiltrado de agentes del deep state español, los poderes fácticos que no están dispuestos a aceptar ni siquiera la mera redistribución territorial del poder que previó el pacto constitucional del 78.

El PP provocó el conflicto con Catalunya para dinamitar el consenso territorial socialista que le otorgaba mayorías de gobierno en España

El posicionamiento contrario al Gobierno Sánchez adoptado por los barones regionales del PSOE se debe a su inseguridad ante las próximas elecciones autonómicas, asustados como están por la ofensiva de la derecha y, en vez de hacerle frente, optan por asumir los postulados de los que se esfuerzan por desalojarlos del poder, que es una manera de darles la razón y que, estratégicamente, les llevará a la perdición. Ahora bien, más trascendente es que en plena operación de asedio al presidente del Gobierno, sea el editorial de El País el que condene las timidísimas iniciativas de diálogo de Pedro Sánchez. En el consejo editorial de la empresa editora del diario español de referencia figura, entre otros, un tal Felipe González. El “estado profundo” es eterno y se mueve por razones que van mucho más allá de las próximas elecciones.

En estas circunstancias, un presidente de Gobierno sin mayoría parlamentaria, con tantos enemigos internos y tan poderosos y huérfano de relato mediático lo tiene francamente difícil para resistir, pero no tiene otra opción que intentar llegar como sea en otoño, porque cualquier adelanto supondría afrontar los comicios derrotado previamente. Y, claro, sin presupuestos todo lo hace aún más complicado. Ahora bien, tal como está el patio, si ahora, con el pretexto del relator, Pablo Casado, Albert Rivera y el editorial de El País acusan Pedro Sánchez, unos de traidor y los otros de claudicante, qué no harían si se anunciase un acuerdo presupuestario que tuviera la bendición de Oriol Junqueras y Carles Puigdemont.