España está dirigida desde el palco del Bernabéu. La frase no es mía sino que ha sido expresada por varias personalidades relevantes.

Una de las declaraciones más impactantes la hizo Luis Bárcenas en el juicio del caso Gürtel. Allí se exculpó de las acusaciones de corrupción de la siguiente manera: "Pudiendo disponer de una cosa que se llama el palco del Bernabéu, por donde pasan ministros de todos los partidos, pensar que los señores Villar Mir o Florentino Pérez utilizarán al gerente del partido y al señor de la agencia de viajes del partido para que les organicen la adjudicación de obras públicas no se lo cree nadie, es una auténtica broma".

Y, como consecuencia de eso, de poder ejercer el verdadero poder, el españolismo que representa Florentino Pérez ha decidido que él es más importante que el españolismo que representa "La Roja". ¿Y cuando tú te crees ser la verdadera representación de España, en el interior y en el exterior del país, necesitas a un entrenador y resulta que este entrenador es el seleccionador, ¿qué problema hay? Ninguno. Lo encargas y te lo llevas. La manera florentinista de entender el mundo hecha frase sería: "España soy yo y si yo decido hacer que una cosa que me conviene a mí, nunca puedo perjudicar España porque yo soy lo auténticamente importante para España".

El periodista Santi Jiménez, delegado del diario As en Catalunya, tiene la teoría mucho más elaborada y argumentada. Según él, a Florentino le molesta la selección española y cuando la selección española empezó a ganar, se sintió desplazado del papel que creía que tiene que tener y eso lo inquietó. Y Santi dice que la cosa no viene de ahora. En el año 1966 el Real Madrid ganó la Copa de Europa con un equipo formado por 11 españoles y ya entonces hubo una campaña de la prensa de Madrid defendiendo que la selección que tenía que jugar el mundial de aquel año en Inglaterra tenía que estar formada por jugadores blancos, porque España eran ellos y los jugadores de los otros equipos, allí no tenían nada que hacer.

Siguiendo esta teoría, añade ahora un servidor, esto explicaría por qué nunca cuajó la idea que tenían algunos ideólogos del PSOE zapaterista de aprovechar los éxitos de la selección para crear un imaginario plurinacional a su alrededor. Aparte del florentinisme, el PP también se habría opuesto, en primer lugar porque la idea no era suya, pero sobre todo porque significaba ceder su idea de la España de exclusión de la periferia y aceptar una España inclusiva que les haría perder cuota de poder y tener que hacer cesiones en el control de algunos centros de poder.

(Por cierto, le recuerdo que ZP, culé declarado, nunca fue al palco del Camp Nou, mientras que los presidentes españoles pasean por el palco del Bernabéu como por los despachos de La Moncloa).

Y eso también explicaría por qué las demandas de pantallas gigantes en las calles catalanas para poder politizar los partidos de la selección en beneficio unionista siempre vienen de Ciudadanos y de su entorno y nunca del PP.

Total, que el dedo de Florentino nos ha vuelto a señalar que el nacionalismo español oficial realmente es patriotismo personal y que la bandera es una excusa para no perder contratos y adjudicaciones y, sobre todo, que no los tengan los otros.