El fútbol, y el deporte en general, tienen estas cosas: todo preparado para propinar un zasca al equipo más incómodo de la Liga española, que no reprime las esteladas en su estadio y mantiene un pleito sobre su presencia en el estadio con la UEFA. Y, finalmente, al que se ha tratado de desestabilizar institucionalmente en diferentes frentes judiciales llega al Santiago Bernabeu, pone el campo patas arriba y, casi sin despeinarse, ofrece una lección de fútbol. 0-4 es un resultado que hace daño a los jugadores, al entorno blanco y a la afición. Pero sobre todo hace daño al palco, al poder, que acudía convencido de una victoria. Excepcionalmente estaba el presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, quizás la primera vez que acude al estadio desde que está en la Moncloa. Por la mañana había viajado a Barcelona a desautorizar los planes de Artur Mas y del Parlament. Habló por televisión en la media parte, con el resultado de 0-2 y confiado señaló que había que esperar a la segunda parte. Tenía razón: 0-4.

El Barça, casi sin quererlo, se ha visto inmerso en una situación diabólica con su presidente y sus dos principales estrellas, Messi y Neymar, en los tribunales. Todo ello empezó después de que se cediera el Camp Nou para una de las manifestaciones del 11 de septiembre, la del año 2013. La de la Vía Catalana. Debió ser casualidad, seguramente, pero la directiva azulgrana nunca ha creído en la tesis del azar. El resultado es de los que escuece. Y mucho. Las redes sociales eran durante el partido toda una exaltación a la inventiva. Una manera de hacer más soportable la intervención de las finanzas de la Generalitat a través de sendos controles: el del FLA y el de la mensualización de su propio presupuesto. Una noticia de difícil digestión, no sólo para el independentismo. También para el catalanismo. Quizás por ello, lo mejor era, como hacía alguna portada, esconderla a los lectores.

Queda mucha Liga, ya que la de ayer fue la jornada doce de las 38 que tiene el campeonato, que no acabará hasta mayo. Pero el Barça ha propinado un golpe importantísimo a su principal rival, del que se distancia en seis puntos (siete con el gol average) al que sitúa en una crisis de cuya dimensión oiremos hablar, y mucho, en los próximos días. Y como el fútbol a veces es como la política, más vale disfrutar el momento presente. En este caso de un equipo que parece no tener límites y que con zancadillas y todo juega a reinventarse cada día. Y le sale bien.