El cámara se arrima, pero sin tocar... como el PSOE con la monarquía.”
Rótulo de
Cachitos  

La nostalgia triunfa y la manipulación también. Cada Nochevieja se encarama al top de la televisión un programa hecho de retazos, Cachitos, en el que destaca la retranca de los guionistas a la hora de sugerir en sus rótulos cosas que nada tienen que ver con las antiguas actuaciones que se proyectan en la pantalla. Esa es la gracia. Un modelo televisivo que funciona muy bien para los programas de música antiguos y, al parecer, también para los catalanes. Lo digo porque durante todo el día de ayer los medios, y sobre todo los madrileños, fueron una sinfonía de cachitos, pero de cachitos de sentencia.

Que un mismo texto jurídico pueda oscilar desde el ¡Llarena, machote! hasta el Puigdemont triunfó por toda la escuadra, nos da una idea de lo poco que importa ya la verdad o, incluso, de las pocas ganas que hay de leerse a fondo una resolución. Más seguro es que los fans del Tribunal Supremo tuvieran preparado su argumentario y que, a base de copiar cachitos de sentencia, hayan logrado pergeñar algo que pueda dar soporte a titulares que afirman que el TJUE le ha dado la razón a Llarena y que el malvado Puigdemont está de camino.

Había que leerse la sentencia. Lo he hecho en un antiguo vagón de Talgo nostálgico propulsado a alta velocidad, de camino a Barcelona, y con un traqueteo que para los de El Consorcio y su "Cha-cha-cha del tren" lo quisiera (esos sí que son carne de Cachitos). Mareo mediante, la conclusión general que un observador objetivo de la sentencia dictada ayer puede sacar es que el TJUE ha sentado bases firmes para evitar que la euroorden se convierta en un mercadeo a la carta de según qué estados, pero que, dicho esto, lo que es en la cuestión del Tribunal Supremo español y de sus intentos por traer a los políticos catalanes, tienen las suficientes reticencias como para escribir la palabra excepto y hacer aclaraciones que permitirían a Bélgica volver a negar la entrega. Eso es así. Leído el texto, y más allá de que les indican que debieron haber pedido aclaraciones a España si tenían dudas, la sentencia deja claro que lo que hizo Bélgica en este caso concreto podía hacerlo por las razones que especifican con mucha fineza. Si podían hacerlo entonces, podrían volver a hacerlo siguiendo la receta que les sirven.

La conclusión general que un observador objetivo de la sentencia dictada ayer puede sacar es que el TJUE ha sentado bases firmes para evitar que la euroorden se convierta en un mercadeo a la carta de según qué estados

No hay ninguna prejudicial presentada por Llarena a la que no se le coloque la excepción que reafirma que lo de Bruselas no fue nada loco. Es cierto que dicen en un cachito que no se pueden denegar entregas basándose en el derecho nacional, pero también que si esa normativa nacional consagra un principio de derecho de la Unión, sí que pueden. Punto y cesta ahí para Puigdemont. Porque lo cierto es que los belgas ven posible una vulneración del derecho a un proceso equitativo tras la entrega y ese, justamente, es un valor de la Unión.

El Supremo hizo trampa con la competencia y eso lo sabe aunque se calle todo aquel que conozca el procedimiento y que mire con los ojos sin enfangar. El Supremo aplicó una regla de competencia que no aparece expresamente en la ley, por analogía, y al ser una única instancia no permitió que nadie lo revisara. Por ende, el Tribunal Constitucional tampoco admitió esa solicitud de comprobación. Y eso es precisamente lo que la sentencia del TJUE considera que no puede ser, porque deja atados de manos a los procesados, como de hecho sucedió, dado que si la competencia ha sido inapropiada, no hay forma de deshacerlo. Así que no se puede revisar la competencia, excepto “que implique que los justiciables afectados se vean privados, con carácter general, en dicho estado miembro, de un cauce jurídico efectivo que permita controlar la competencia del órgano jurisdiccional penal que haya de enjuiciarlos”.

¡Oh, vaya, por cierto, eso exactamente es lo que buscaba el Tribunal Supremo! En todo caso, establecen que debería ser ese tribunal el que le aclarara y explicara y afirmara tal competencia al tribunal de ejecución. ¿Dónde gana aquí Llarena? El TJUE dice que no hay que andar revisando competencias a troche y moche pero que este caso hay apoyo para hacerlo porque es precisamente el derecho a un proceso equitativo lo que está en juego. Este punto concreto tendrá su importancia en Estrasburgo.

Otra cosa que ha bailado mucho en los cachitos ha sido la posibilidad de volver a emitir las euroórdenes, esa afición que ha cogido Llarena y que pretendía ver revalidada. En el primer cachito seleccionado por muchos colegas resulta que le dicen que sí, que pueden volver a emitirse, pero, y aquí los peros son los pros de la defensa, solo se puede hacer si ha variado alguna circunstancia realmente —no que tú la quieras cambiar, vamos— y valorando por parte del tribunal emisor “las posibilidades de aplicación” y las consecuencias derivadas de la detención que, obviamente, se está reclamando ya que siempre deben respetar el principio de proporcionalidad. Este mensajito es interesante, sobre todo ahora que ha habido cambios en el Código Penal.

Escribo este resumen en otro tren rápido —este un poco mejor— de vuelta a los Madriles. No sé decirles si cuando me baje en Atocha empezaré a ver todo esto de forma distinta y a ver solo los cachitos que no llevan ni excepto ni pero. Parece que es una contaminación propia del foro. Ya les aseguro, para que no sufran, que no. Es lo que tiene leer las cosas enteras y entender lo que dicen y no lo que tú quieres ver. Y conste que me hace coña Cachitos… pero cuando va de música de los ochenta, no en papel timbrado.