... hay que votar al president! Así rezaba –en suave imperativo y con la firme voz de nuestra primera dama de la escena indepe, Sílvia Bel i Busquet– el spot de campaña de Junts per Catalunya previo a los comicios del 21-D. Yo, si fuera uno de los cráneos privilegiados de Convergència, me ahorraría un vídeo nuevo de cara a las europeas, para así favorecer el reciclaje, el ahorro energético y el descanso neuronal. Bastará manteniendo la imagen del paseo del Molt Honorable 130 por los bosques otoñales de Waterloo, atravesando como Jesús el Nazareno aquel mar de hojitas en danza cantando alegres su particular crec-crec. Pels Jordis, pel Quim, per la Clara, pel Lluís, per l’Oriol, pel Toni, per la Meritxell, per la democràcia, per la restitució del Govern, per la independència, per la llibertat, per Catalunya. Lo digo sin guasa. Reciclad el anuncio. Porque nada ha cambiado ni nada cambiará.

A los queridísimos colegas convergentes les he de reconocer una facultad genial, con el corazón en la mano: nunca dejaran de sorprenderme. Porque en la intimidad del hogar y notando el abrazo del sofá (desde donde tuiteo compulsivamente, sin hacer nada ni sacrificar nada por la revolució dels somriures, pitonero y cínico de mí), vas y piensas que no tendrán los cojones de prometer lo mismo que ya incumplieron hace dos años con la bromita del retorno del president y de la restitución del gobierno legítimo. ¡Que no, tronco, que no! Que no puede ser, Berni, no jodas. Pues sí, tú: con un par de huevos y guarnición. Ayer mismo lo decía Puigdemont en Rac1, y a servidor se le erizaban los pelitos del pubis en lo de Basté: que si existe algún precedente legal, que si el tribunal europeo de no sé qué ya lo dice, que si el espíritu de la UE está con nosotros… vaya, que es posible!

Os lo digo sin ningún tipo de ironía, queridos ideólogos convergentes: sois unos putos genios. Y también os digo otra cosa: no me extraña que insistáis en el vodevil, porque os acabará funcionando, la gente se lo zampará, y Esquerra sólo ganará en las encuestas, que es de lo que va la cosa en esta era espantosa de la neo-autonomía. Lo conseguirán, creedme. Conseguirán hacer creer que Puigdemont, tras ser escogido, podrá ampararse en el parlamento de la UE para recoger su acta de diputado en Bruselas. Sí, cariño mío, el mismo parlamento que no le permitió ni hacer una conferencia por obra y gracia de la presión diplomática española con la inconfundible marca Borrell. Sí, amigos lectores, le harán creer a la peña que el parlamento de Tajani y que la UE de Donald Tusk estará encantada de abofetear a un compañero estado miembro. No lo dudéis: ¡lo harán!

Tenemos un país maravilloso, una tierra que ha hecho buena la predicción marxista según la cual la historia primero aparece como tragedia y luego como farsa, un país con una cuota de propagandistas por metro cuadrado que ya es la envidia de los norcoreanos. No sufráis, porque cuando hayas votado al president y el president no vuelva, el cajón de jugadas maestras todavía estará lleno de ocurrencias hechas a tu medida. No sufras, conciudadano, que lo mejor está por llegar.