“Prescindir de los hechos es abandonar la libertad”. Así de simple y contundente se expresa Timothy Snyder en su breviario sobre la tiranía. En el misma sección donde este historiador norteamericano nos habla sobre la importancia de la verdad, termina, rotundo: “La posverdad es el prefascismo”. Pues eso es lo que estamos viviendo en la España hoy gobernada por el PSOE pero hegemonizada por la ultraderecha. La discusión sobre lo dicho por el presidente Quim Torra sobre la vía eslovena es un cúmulo de mentiras encadenadas, como si fueran uno de esos hilos de Twitter a los que estos días se ha aficionado el periódico conservador por antonomasia de Barcelona. No se trata de informar, que sería lo propio de un periódico. De lo que se trata es de crear un relato falso que enturbie la paz social y destruya al enemigo.

Porque lo cierto es que en el conflicto soberanista catalán la verdad está agonizando. Fíjense ustedes cuán poco sutiles son los articulistas que, como Antoni Puigverd o Francesc-Marc Álvaro, han cargado las tintas contra Torra por aquello de los supuestos muertos esgrimidos por el Molt Honorable. Uno habla de sacrificios rituales y el otro de la metedura de pata del presidente por haberse saltado la norma no escrita de recurrir a la comparación con lo que pasó en los Balcanes en la década de los 90. Ninguno de los dos empieza por donde debería empezar un periodista, que es reconociendo que el presidente habló de la vía eslovena en el marco del viaje oficial a Eslovenia. ¿Es anormal que nuestro presidente hable de Eslovenia cuando está en Eslovenia ante el jefe de uno de los veintisiete Estados miembros de la UE? Cualquier estadista lo haría, aunque fuera de medio pelo, que es los que piensan que es Torra los dos brillantes articulistas del conservadurismo catalán.

¿Es anormal que nuestro presidente hable de Eslovenia cuando está en Eslovenia ante el jefe de uno de los veintisiete Estados miembros de la UE? 

En el librillo que les comento, que se puede leer por capítulos como quien lee una columna periodística, Snyder aconseja a policías y militares que “sean reflexivos” si tienen que ir armados, y que no abandonen nunca la ética profesional. Un consejo muy oportuno por lo que hemos visto en Cataluña en los últimos tiempos. Pero es un consejo que podría aplicarse a muchos articulistas que utilizan el bolígrafo como si fuera una de esas porras extensibles que tanto daño provocan sobre quien recibe el golpe. La ética anda por los suelos y nadie se preocupa de sostener sus argumentos en base a la verdad de los hechos, de lo que realmente ha ocurrido. Los europeos del siglo XX que vieron como el totalitarismo destruyó la democracia en la década de los años 30 se olvidaron de defenderla porque les cegaba la “pasión” ideológica. Está pasando lo mismo. Fíjense hasta qué punto hemos llegado que Andrés Rabago García, “El Roto”, es capaz de publicar una viñeta en El País que rezuma dos prejuicios a la vez en una sola ilustración: su contumaz anticatalanismo se nutre del sempiterno antisemitismo español. Y eso es lo que él mismo resume cuando para aclarar la ilustración del torso de un individuo que lleva un lazo amarillo en la solapa i una estrella de David en la manga de la americana, escribe: “a quien no le guste el lazo, puede optar por la estrella”. Ante tamaña sandez, ¿qué le dirían ustedes a este espécimen?. No hace falta que le digan nada,  él mismo se delata, pues los nazis obligaron a los judíos a llevar el brazalete con la estrella para identificarles como los fascistas españoles obligan a los demócratas catalanes a identificarse para denunciar la represión contra los líderes soberanistas.

“Distánciate de Internet. Lee libros”. Este es otro de los consejos contenidos en las veinte lecciones que Snyder saca del siglo XX. ¿Quién querrá leer libros cuando resulta que incluso los autores que se vanaglorian de aportar información inédita sobre lo ocurrido estos últimos años en Cataluña se la inventan? Cuando se analiza algo prescindiendo del contexto, cuando se desplazan los hechos con ficciones, como acaba de ocurrir con Torra, estamos ante el sacrificio ritual, totalitario, de la libertad. El fascismo requiere del mito, necesita que se abrace con entusiasmo una ficción, para poder desacreditar a quien sólo pide votar para decidir el futuro de la relación entre Cataluña y España. Eso es lo que olvidan los que nos sermonean a diario sobre los peligros de contar con un presidente que, aún pudiendo estar  equivocado en otros momentos, en Eslovenia cumplió simplemente con el trabajo propio de una visita oficial.