El presidente estadounidense, Donald Trump, dio este lunes más credibilidad a su homólogo ruso, Vladímir Putin, que a sus propios servicios de inteligencia con respecto a la supuesta injerencia de Rusia en las elecciones presidenciales de 2016 que le llevaron a la Casa Blanca y que Moscú niega.

A falta de acuerdos que promocionar en la primera cumbre formal entre Trump y Putin, la cuestión de la presunta interferencia rusa en las elecciones estadounidenses de 2016 eclipsó el resto de problemas de la deteriorada relación bilateral, y evidenció de nuevo la brecha entre el presidente de EE.UU. y sus propias agencias de inteligencia.

"Me dijeron (las agencias de inteligencia) que creen que fue Rusia. Y el presidente Putin me acaba de decir que no es Rusia. Diré lo siguiente: no veo ninguna razón por la que debería serlo", dijo Trump, de pie junto a Putin, en una conferencia de prensa al término de su cumbre de cuatro horas en Helsinki.

"Tengo una gran confianza en mi gente de inteligencia, pero les diré que el presidente Putin fue extremadamente contundente al negar eso hoy", subrayó Trump.

Las palabras de Trump generaron rechazo en parte del aparato político de Estados Unidos, donde el líder republicano de la Cámara de Representantes, Paul Ryan, pidió al presidente que asuma que Putin "no es su aliado"; y el director de la inteligencia nacional, Dan Coats, reiteró su conclusión de que "Rusia interfirió" en los comicios.

Putin quería que Trump ganara

Por su parte, El presidente ruso, Vladímir Putin, admitió que deseaba la llegada de Donald Trump a la Casa Blanca para mejorar la "maltrecha" relación entre ambos países, pero negó cualquier injerencia del Kremlin en las elecciones que le auparon como presidente.

Tras volver a negar injerencias en el proceso electoral de país alguno, Putin asintió y argumentó que el ahora presidente de EEUU "quería mejorar las relaciones con Rusia". Además, calificó de "tontería" decir que el Kremlin encargó a ciudadanos rusos piratear los ordenadores del Partido Demócrata para hacer daño a la campaña de Hillary Clinton, como sostiene la investigación abierta en Estados Unidos.