Nadie se lo esperaba. La canciller alemana Angela Merkel y el presidente francés Emmanuel Macron son aficionados a Eurovisión y lo afianzaron en la última cumbre de la Unión Europea en los Balcanes Occidentales. Los mandatarios admitieron con sonrisa cómplice y un guiño que habían votado por la canción de Chipre en la final del festival, e hicieron conjuntamente una especie de alegato a favor del certamen europeo que, desde 1956, refuerza la diversidad y la identidad europea a través de la música y donde ganar, para algunos países participantes, supone la antesala de su pertenencia a la UE.

Es el caso de Serbia, que se llevó la edición del concurso del 2007. Un año después de su triunfo, los serbios solicitaron formalmente su adhesión a las instituciones europeas y se abrieron las primeras negociaciones con Bruselas. Ahora que la economía comunitaria parece que se estabiliza, Serbia, Montenegro, Bosnia, Albania, Macedonia (del Norte) y Kosovo se han convertido en una prioridad para la Política Exterior y de Seguridad Común, sobre todo con el ánimo de controlar los movimientos migratorios que pasan por el territorio balcánico, una de las principales puertas de entrada a Europa para los refugiados.

Turquía, país exeurovisivo

Turquía también ganó Eurovisión, la edición del 2003, pensando que su victoria con aires exóticos le abriría definitivamente los brazos de la UE. A pesar de que su entrada a la Unión se ha postergado indefinidamente y que el país ya no participa en la competición musical porque "Europa sufre un caos mental", según el mismo presidente turco Tayyip Erdogan, Ankara ha aceptado convertirse en la aduana particular del club europeo para contener la llegada de miles de personas que huyen de la guerra siria, a cambio de 6.000 millones de euros y la aceleración del proceso de liberalización de visados hacia el continente.

Una de las sorpresas de la pasada sesión de los Seis de los Balcanes fue la buena sintonía entre Grecia y la exrepública yugoslava de Macedonia, que comparecieron de la mano para anunciar la casi superación del conflicto que los ha enfrentado cerca de tres décadas por el nombre oficial de la antigua república yugoslava. Parece que las Naciones Unidas y el intercambio de puntos entre las dos naciones en el espectáculo europeo ha hecho brotar un diálogo lo bastante sincero que resolvería pronto esta eterna disputa: una nueva denominación, Macedonia del Norte, y el compromiso griego de retirar todos los obstáculos para el ingreso de los macedonios a la UE y la OTAN.

No obstante, Francia ha enfriado las aspiraciones de esta conferencia porque todavía tiene que digerir la resaca de la ampliación de la Unión en el este. Serbia es, hoy por hoy, la única aspirante que se sumaría al club europeo en el año 2025 si acepta la independencia kosovar en un referéndum previsto para el 2019. Más allá del boicot del Estado español, el único país de la UE que ha hecho campana en la reunión balcánica para evitar tropezarse con Kosovo, la normalización de las relaciones entre el bloque comunitario y el ex-yugoslavo se ha materializado en un encuentro y fotografía oficiales, donde serbios y kosovares han participado al mismo nivel.

¿Kosovo en Eurovisión?

Kosovo, que celebra sus 10 años de independencia, había previsto competir en el certamen europeo de la canción en la edición de este año. El territorio tiene el apoyo del núcleo duro de la Unión Europea de Radiodifusión para participar en el concurso, a pesar de su reconocimiento internacional limitado, pero la vuelta de Rusia al concurso y los vetos serbio y español impidieron su estreno. Los kosovares debutarán cuando Serbia ingrese en la UE o, a partir del año que viene, si la televisión pública kosovar alcanza este mes de diciembre la mayoría necesaria en la próxima asamblea de la organización de Eurovisión.

Los portugueses, por su parte, han demostrado que en el ámbito de la música y la política existe otra manera de hacer las cosas. Portugal ha hecho jaque a la Europa de la austeridad y a la Eurovisión de la ostentación. De una parte, la coalición de izquierdas que gobierna el país ha cuestionado desde el 2015 la ortodoxia económica impuesta por Alemania y ha aplicado un recetario propio que le ha permitido reducir el déficit, aumentar salarios y pensiones y zafarse de las garras correctoras de la capital europea. De la otra, el músico de jazz Salvador Sobral, ganador del 2017, ha intentado devolver el festival a sus orígenes humildes.

Geopolítica musical

Hay ediciones donde se cuelan asuntos europeos de gran trascendencia en forma de melodía. Algunas veces, intencionadamente para remover conciencias y buscar apoyos internacionales. Este año, Francia e Italia, con la voluntad de promover una política común de migración y seguridad, trasladó desde el escenario un recuerdo para los más de 14.000 muertos en la ruta del Mediterráneo central desde el 2014, según la Organización Internacional de las Migraciones, y para las víctimas de los atentados de París, Bruselas, Niza, Berlín, Estocolmo, Londres, Barcelona y Cambrils.

En otras ocasiones, los países participantes exponen sus conflictos internos. Portugal comenzó la Revolución de los Claveles de 1974 en Eurovisión. Los griegos defendieron musicalmente la integridad territorial chipriota de la invasión turca en 1976. España se posicionó contra el Reino Unido en la Guerra de las Malvinas en 1982 con un tango. Del Maidan de Kiev al espectáculo europeo, la Revolución Naranja puso un punto final en 2005 a la relación entre Ucrania y la madre Rusia. Israel hizo el burlón en 2007 sobre la yihad y el alarmante programa nuclear de Irán. Georgia denunció en 2009 el neoimperialismo ruso después de la guerra de Osetia del Sur y Abjasia. Armenia amonestó Turquía en 2015 por el genocidio armenio de los otomanos 100 años atrás. Ucranianos y rusos se enfrentaron en 2016 por la ocupación de Crimea ...

Este año, la competición, celebrada en mayo, fue secuestrada evocando el rapto de Europa. Israel se disfrazó de rosa minimizando la violación sistemática de los derechos del pueblo palestino y se llevó el certamen a Jerusalén, una capital solo reconocida por los Estados Unidos. Aunque la UE es el primer socio comercial del Estado judío, el bloque comunitario da apoyo a la creación de dos estados para solucionar el choque entre palestinos e israelíes. Ya puestos, para el próximo año, que la Tierra Prometida invite a Palestina al concurso europeo.

De esta manera, Eurovisión podría abrir un primer periodo de distensión en este conflicto internacional.