El ultranacionalista Partido Liberal (FPÖ) entrará en el gobierno de Austria tras cerrar un acuerdo con el Partido Popular (ÖVP, democristiano).

Este acuerdo no sólo refleja el giro a la derecha dado por la república alpina en las elecciones del pasado 15 de octubre. Refleja también los tiempos difíciles que corren en las democracias occidentales, que normalizan gobiernos de partidos ultras o con su participación, como en Polonia o Hungría y, ahora, Austria. El nacionalismo populista es un serio competidor en Francia, a través del Frente Nacional de Marine Le Pen; en Italia (Liga Norte) o en Alemania (AfD), países donde el nacionalpopulismo marca la agenda política.

El FPÖ, surgido de una formación fundada en 1949 por antiguos nazis, ya entró en una alianza de gobierno con el ÖVP en 2000, cuando el partido estaba liderado por el fallecido Jörg Haider. La llegada de los ultras al poder generó entonces una fuerte oleada de protestas dentro y fuera del país, y llevó incluso a la Unión Europea a imponer sanciones diplomáticas a Austria.

Sin embargo, esta vez no se esperan reacciones tan fuertes, entre otras razones porque ha cambiado el panorama político en Europa y a nivel internacional con el avance de otras formaciones ultras en numerosos países.

Cambio de rumbo

"El 15 de octubre, los austríacos eligieron un cambio de rumbo", ha justificado Sebastian Kurz, líder del ÖVP, ministro de Exteriores saliente y futuro canciller federal. El nuevo gabinete cuenta con 113 de los 183 escaños del Parlamento. Sustituirá a la coalición de socialdemócratas y democristianos, en el poder los últimos diez años.

A sus 31 años, Kurz (a la derecha de la foto) se convertirá en el jefe de Gobierno más joven de Europa. Heinz-Christian Strache (a la izquierda), jefe del FPÖ, será el próximo vicecanciller. Kurz ha destacado tres objetivos principales del programa: reducir impuestos, impulsar la economía y combatir la inmigración ilegal para "mejorar la seguridad" del país.

El precio que pagan los democristianos es alto: los ultranacionalistas dirigirán los ministerios del Interior, Defensa y Asuntos Exteriores.

El Partido Socialdemócrata (SPÖ) del canciller federal saliente, Christian Kern, y otros opositores al nuevo gobierno han advertido de una concentración "problemática" de poder en manos de los ultranacionalistas.

"El partido populista de derechas sería la fuerza política determinante no sólo para 86.000 funcionarios armados", sino también en los diversos servicios secretos y de inteligencia, ha advertido Andreas Schieder, jefe del grupo parlamentario socialdemócrata.

Raíces nazis

Los ultras lograron el pasado 15 de octubre su segundo mejor resultado con el 26% de los apoyos, sólo por detrás del 26,9% logrado en 1999 por el fallecido Jörg Haider.

El partido tiene sus raíces en la Asociación de los Independientes (VDU), fundada en 1949 por antiguos nazis, que en 1956 se integró en el recién formado FPÖ, con un exoficial de las Waffen SS como su primer líder.

En las siguientes décadas existió una pugna interna entre un ala nacionalista y otra liberal, mucho más moderada. Con el ascenso de Jörg Haider a la dirección, en 1986, se impuso de forma definitiva el ideario ultra.

La participación del FPÖ en un Gobierno del Partido Popular (ÖVP) en 2000 generó un gran escándalo en Europa y llevó incluso a la imposición de sanciones diplomáticas a Austria durante unos meses.

Tras salir Haider del FPÖ en 2005, tomó el liderazgo el visceral Heinz-Christian Strache, mientras que su eminencia gris es el ex candidato presidencial Norbert Hofer, que ha acentuado durante la crisis la vertiente social y definió a la formación como "social-patriótica".

Más a la derecha

El FPÖ es claro en su rechazo a la inmigración y los refugiados, la globalización y el islam. Además es muy crítico con la Unión Europea, que considera un club elitista que dificulta "una Europa de las patrias" formada por "grupos étnicos autóctonos".

Los ultras austríacos ven en Bruselas la imposición de un "multiculturalismo forzoso" que atenta contra la identidad europea.

"El FPÖ de hoy no es más moderado que el de 1999 de Jörg Haider, al contrario, está mucho más a la derecha", explica a Efe Bernhard Weidinger, un experto del Centro Documental de la Resistencia Austríaca (DÖW), una fundación pública que vela por la memoria histórica y estudia movimientos extremistas.

Weidinger pone como ejemplo la enorme presencia en la formación de miembros de fraternidades estudiantiles pangermanistas con ideas etnonacionalistas.

"Si se miran las listas del FPÖ, de sus 51 diputados, al menos 21 están vinculados a estas fraternidades", afirma el experto.

Oposición ordinaria

Para explicar cómo este partido ha logrado tantos votos, el experto considera que algunos votantes han normalizado al FPÖ como la oposición ordinaria a los gobiernos de socialdemócratas y conservadores de la última década, y apunta a un crecimiento de las tendencias más conservadoras.

"El discurso social, en general, ha girado a la derecha y las llegadas de refugiados en 2015 fueron seguramente un catalizador, pero era una tendencia que ya se podía observar antes, en aspectos como el aumento de la incitación al odio en internet", asegura.

"El FPÖ apoya financieramente a círculos ultraderechistas y cercanos a neonazis vinculados a la revista "Aula" mediante publicidad", explica a Efe Alexander Pollak, de la ONG de defensa de los derechos humanos SOS Mitmensch.

"Aula" difunde contenidos racistas, antisemitas, machistas -con artículos en que defiende un papel subordinado de las mujeres- y ha manifestado simpatías por la ideología neonazi y desprecio por la democracia.

A Pollak, que un partido con el bagaje del FPÖ dirija el Ministerio del Interior y el de Defensa le causa "una gran preocupación". "Austria es una democracia fuerte, pero es preocupante que gente con relaciones tan cercanas con el extremismo de derechas tenga este poder", agrega. Pollak recela de que el FPÖ controle los servicios de inteligencia.

Apoyan a Putin

Otro aspecto que hace único al FPÖ frente a otros partidos europeos es un inédito acuerdo de cooperación con Rusia Unida, la formación de Putin, para "educar a la juventud en el patriotismo" y fortalecer las relaciones entre Viena y Moscú.

El FPÖ se opone a las sanciones de la UE a Rusia y sus líderes no ocultan su admiración por Putin, a quien consideran un baluarte del cristianismo, y al que elogian por su políticas conservadoras a favor de la familia tradicional y contra los derechos de los homosexuales.

Weidinger explica que en Europa solo la italiana Liga Norte tiene un acuerdo con Rusia Unida, aunque de mucho menor alcance.

El experto asegura que en Europa sólo se ha documentado apoyo económico directo del Kremlin al Frente Nacional francés, aunque se sospecha de otros casos, como con el FPÖ, pero sin pruebas definitivas. Los ultras austríacos, sin embargo, reciben otros apoyos del Kremlin, afirma Weidinger, como que medios estatales rusos como Sputnik o RT promuevan sus puntos de vista y critiquen a sus contrincantes.