Carísima Meritxell,
Estarás de acuerdo conmigo que hay varias maneras de darse cuenta de que ha llegado el otoño. Son días de contrastes, con mañanas nórdicas y mediodías mediterráneos, pasando en pocas horas de una estación a otra como quien pasa de golpe del color al blanco y negro. Como quién pasa, en pocos kilómetros, del mar a la montaña y de las costas de la Costa Daurada a los costeros del Priorat. Pensaba eso el otro día disfrutando de una botella de Inici, de Merum Priorati, después de haber ido a buscar setas cerca de La Mussara y de confirmar varias cosas. La primera, que en efecto es un pueblo mágico con una puerta a otra dimensión: yo la traspasé, y me choqué con Richard Wagner, barretina roja en la cabeza, buscando setas hacia la poza de La Febró. Era un universo paralelo, pero idéntico al nuestro, con un final de septiembre como nuestro inicio de octubre, sinónimo de los primeros fríos, de los primeros pañuelos en el cuello, de la hibernación de las sandalias y de los últimos tractores dejando una chorrera de mosto en alguna carretera comarcal. Pero sobre todo, un universo lleno también de las hileras de coches aparcados en un arcén de alguna de estas carreteras. No tuve duda: el otoño es wagneriano, por eso realmente empieza cuando los ejércitos de Parsifales que vaos a la caza del santo Grial buscador de setas entramos en acción.

 

 

Sí, ir a buscar setas, en nuestra dimensión o a otra, es un ritual otoñal esperadísimo, pero comerlos es un sacramento todavía más importante. Volver a casa con el capazo lleno de higróforos, frioleros o rebozuelos es un ejercicio prácticamente orgásmico, pero para rematar mejor la experiencia pocas cosas son tan importantes como escoger un buen vino con el cual disfrutar del botín. Pocas cosas mejores, pues, que empezar la temporada de setas con un vino que se llama Inici y tiene sin embargo la elegancia de la apertura de Tannhäusser: uno destapa la botella y tiene la sensación de estar abriendo el telón rojo de un gran teatro, pero no de Bayreuth, sino del corazón del Priorat, donde aquellas viñas de pendientes imposibles dibujan anfiteatros en los cuales el coro de músicos son cepas de garnacha negra y cariñena. Si Inici fuera una ópera, tendría una soprano haciendo un aria de clarísimo crescendo, estarás de acuerdo, ya que el vino gana a medida que se va abriendo, sobre todo si lo decantas. De menos a más va cogiendo cuerpo y forma, abrazándote cada vez más hasta que los intensos aromas de frutos rojos, grosella, frambuesas, eucalipto y hierba seca te impregnan de cabo a rabo.

Me he puesto demasiado operístico y yo venía aquí a hablarte de champiñones y camagrocs, perdóname. Pero es que también la ópera es la fusión de música y texto, al igual que las setas y el vino son una fusión de sabores y texturas que crea una melodía singular. No está prohibido casar setas de carrerilla o colmenillas con vino blanco o espumoso, sólo faltaría, pero tenías razón cuando me dijiste que un buen tinto equilibrado y fresco sería el mejor acompañante de una buena cosecha de setas. Lo que no esperaba es que fuera un vino con carácter, pero a la vez accesible, con taninos maduros pero amabilísimos. Un vino con la fuerza de Lohengrin, pero con la delicadeza de Tristán e Isolda. Va, digámoslo claro y sin metáforas operísticas de tres al cuarto: tú dame una copa de garnacha sin demasiado envejecimiento, carnosa en boca y que no cueste más de 15€ o 20€, y cásamelo con unas cuantas setas a la brasa con un chorrito de aceite de oliva y un poco de ajo y perejil, y con bien poca cosa nos elevaremos, al igual que se elevan las óperas de Wagner. Al igual que se elevan las viñas de licorella del Priorat donde hacer uva merece la consideración de hacer viticultura heroica. Al igual que se elevan, si me lo compras, los días de otoño que nacen vestidos de invierno y consiguen comer con camisa de verano. Por cierto, la próxima semana bajo al País Valencià para celebrar el 9 de octubre. ¿Me recomiendas algún vino valenciano que todavía no conozca? Blanco o negro, me es indiferente. La terreta me gusta de todas las maneras.
Un abrazo,
P.